martes, 24 de noviembre de 2020

Gracias

 

Gracias.

Hay muchos días, que este gesto tonto se me olvida.

No es tonto. Dar las gracias es mágico, y no todo el mundo tiene ese poder.

No vale no darlas, tampoco vale darlas sin sentirlo.

Se me olvida este, se me olvida besar más, se me olvida abrazar, se me olvida sonreír, se me olvida amar profundamente, se me olvida mirar a los ojos, se me olvida llorar, se me olvida ser humano.

Es tan áspera y espesa la capa de protección que me hice, o se hizo, que ahora rascar y volver a encontrarme se hace difícil, pero lo bueno es darse cuenta de estar en el proceso, lo bueno es iniciar el camino hacia la ese decapado.

Nada es justificable, nada que haga mal a otro.

Año extraño, de cambios, algunos buscados con gran felicidad, otros, como siempre, la educadora vida se arremangó y volvió a dar cátedra.

Gracias por ponerle sabor a la comida y a mi vida cada día.

Gracias por sostener la puerta cuando salgo con bolsas pesadas de basura y por sostenerme cuando me tambaleo en cualquier ámbito.

Gracias por regar las plantas de la ventana, y por abonar tu fértil vientre.

Gracias por regalar y dar sin miramientos, y por ser el fuerte cobijo de un sueño.

Gracias por intentar cada día cambiar las cosas que no me gustan, y a veces lograrlo, gracias por intentarlo, y sobre todo, por perseverar en que yo sea mejor, para ser mejor contigo.

Gracias por vigilar mi sueño mientras yo interrumpo el tuyo, gracias por acunar el mío mientras yo me preparo para darte lo que haga falta.

Gracias por cuidar de cada animal cuando yo bajo los brazos, y por subir las escaleras tan cargada de tus cosas, para que yo no las cargue.

Gracias por entenderme cuando hasta a mi me cuesta hacerlo.

Gracias por intentar cumplir con mis metas, para ser un ratito feliz, aunque ese cachito sea muy poco. Tengo claro que la felicidad es ese rayo de luz que se cuela por la ventana cada día y luego te terminas de poner los pantalones y afrontas el resto.

La felicidad es tan efímera y corta que asusta hacerse muy amiga de ella, pero es tan necesaria cada día que uno intenta: tomarse unos ricos mates, aunque solo sean 3 los buenos, uno se pone perfume aunque a la hora ya no huela, se peine para que al rato un casco lo chafe, se depile para que te hagan caso a la semana, mires el rojizo amanecer con la intención de compartirlo mañana, y así cada día. Ocurre igual con el atardecer, que puede ser furioso y despejado o calmo y pastel. Se traspola a cualquier estado del cielo, sereno y con luna llena, nublado pero con formas reconocibles, o lluvioso, aliviante, invitación a levitar, a pensar, a buscar en uno un rato. La felicidad puede ser el cielo y hoy se pone en tu panza.

Así que gracias por hoy, pero sobre todo por ayer y por el mañana, que siempre va por delante nuestro un día adelantado. Pero sobre todo gracias por estos meses donde dejaste de ser vos para ser vos y él, y yo, en vos, en él, para llegar a ser en mi.

Gracias por creer cada día que voy a ser para vos lo que vos crees que voy a ser, y gracias por intentarlo al otro día cuando el anterior no pasó. Y anterior del anterior, y ni hablar del anterior.

Gracias y de nada.

Gracias por este regalo de por vida. Gracias por hacer una extensión de mi en el universo.

Gracias por tus silencios, gracias por tu compañía desinteresada.

Por someterte a mi vera en el sofá y por cerrarte el cinturón de seguridad en cada viaje que hacemos.

Entenderme no es fácil, gracias, por lidiar con eso, yo también lo hago.

Así que gracias por todo, hasta lo más insignificante, más (quiero más), por favor.

Hay una peli que se llama "HappyThankYouMorePlease", en su momento mató mi ego, como lo hizo "Midnight Gospel" aunque fuera por un ratito, pero siempre la tengo cerca en mi estantería interior para aplicarme la frase, y todo cobra más sentido.

y como sigo en ese proceso de matar ese yo, acabo aquí, porque la idea quedó clara, y el resto es el mismo adorno verbal que por acá cansa tanto. Otro día te cuento de mi año "raro".