miércoles, 3 de junio de 2020

La bomba


La concepción no fue para tanto en comparación a la idea de cómo soltar la bomba.
El famoso miedo al "qué dirán" y al  "cómo reaccionaran".
Así comenzamos a trazar delgada línea del modo, de cuando tendría que ser y a quienes.
Ya conté como me enteré yo, pero he de admitir que entre el test de embarazo y mi llegada del estudio de tatuaje dos personas compartieron la noticia que Clara les daba. Una fue Esther, su alfil, su Sancho contra los molinos. Y la otra fue Clara, una compañera de trabajo, no me pregunten el apellido porque aun me hago lio, por lo visto en el mismo departamento conviven tres Claras. Pues de esta no sé cómo fue la reacción exacta, pero fue positiva y alentadora, compartido el secreto ahora podría darle consejillos para estos primeros días.

Volviendo a Esther, por lo visto se emocionó la ostia, su felicidad era notoria y se moría de ganas por verla, pero recordemos que aun estábamos en la Fase 1 de la desescalada.
El tercero fui yo, aunque Esther ya se lo estaba comentando a Alex. Por tanto, una vez lo supe, Esther me preguntaba cómo había asestado la buena nueva. A día de hoy, no caí. Alex me llamó mientras miraba por la ventana, el brazo ardido, el estomago cerrado, el cerebro en otro planeta, y la lengua tratando de responder coherencias.
Si Clara había podido sacarse este "peso" de encima con su mejor amiga, yo tenía que hacer lo mismo con el mío, así que, con la excusa de salir a caminar unas vueltas al rededor de Can Dragó, nos vimos. Al principio, se dio así, hablamos de muchas cosas relacionadas al encierro que veníamos sufriendo, cómo lo habíamos pasado, y qué habíamos hecho. Luego de varias vueltas, nos sentamos en un banco, ahí la cosa otra vez se estaba torciendo para el lado de los chimangos y yo no sabía, ni me aguantaba, como contarle la noticia. En algo que no venía a cuento se lo solté, de prepo, y la abarajó como pudo, sí que me recordó charlas serias anteriores donde me decía que "ya iba a ver cuando tenga hijos", y que celebraba que viniera esto, de esta forma y  que el cambio iba a ser bueno, nos íbamos a volver más tiernos y volveríamos a congeniar con el mundo y sus habitantes, haciendo a su vez, un gran ejercicio de apertura total, mental y física. Me comentó que le parecía chocante la prontitud de esta comunicación, por lo que él observaba, muchas parejas se reservan para más adelante contarlo. Me puso en duda. No obstante, ahí mismo, llamamos a Vivi para contárselo que se puso más contenta que nadie.
Volví a casa tarde y entusiasmado con la idea de contárselo a mi familia. Pero chocaba, primero con nuestra delgada línea, y segundo con esto que me decía Mati de la premura por decirlo. A Clara también le pareció arriesgado y prematuro.

Dos noches enteras sin dormir más tarde, le dije a Clara lo que me pasaba. Esta cosa me comía por dentro y tenía, que al menos, decírselo a mis viejos. Lo vio normal y empezamos a elucubrar de qué forma lo haríamos.
En capítulos anteriores, para el cumple de mamá le había iniciado en el mundo de las video llamadas, cosa que ella no sabía es que era parte de un plan superior. Así que, hablando de cualquier boludez en sábado por la tarde, le hice un comentario de mi dibujo en el antebrazo y "para recalcar la idea" le dije que ponga la camarita. A todo esto ya habíamos quedado con Clara que, a mi señal, ella aparecería y la trampa se activaría. Todo transcurría según lo planeado, pero Mara no aparecía por el comedor de casa. Así que se lo soltamos a mi vieja que entre la emoción, el descoloque ante emboscada y mi hermana que no aparecía se volvió tragicómica la situación. Una vez Mara colocada ante la cámara e informada comenzaron las preguntas y las idas y vueltas entre lo que a ellas les producía y a nosotros.
Cerramos el intervalo y mi pecho ya volvía a su ritmo. Por un momento pensé en que si la cosa sería al revés, me volvería loco sacando pasaje para la inmediata fecha posterior a la llegada a este mundo del hijo de mi hermana. Me quedaba el sheriff.
Al viejo lo agarré cuando acá anochecía, solo y telefónicamente, porque de sobras sabemos que no está habituado a la cámara, pero tampoco a ser breve, pero bueno, las dos cosas vamos a tener que empezar a practicar.
La charla solo era en una dirección, de él hacía mí, luego de que el disparador fuera "El tatuaje" esa "forma de pasarse al padre por las pelotas" según su filosofía y zapatos de goma, lo que a mí me daba la sensación, ya poniéndome en una pieles en las que no me imagino, que si mi hijo se tatuaría algo que no me guste, me molestaría por la idea del "para siempre" y creo que por ahí viene que nunca celebra muchos mis dibujos en la dermis. Habían tres palabras dando vuelta: tinta/ mensaje, padre e hijo, así que sin demasiada anestesia se lo dije, acto seguido, se le dibujó una increíble sonrisa en la cara. Uds. me preguntarán cómo lo sé, pero son años, tantos como 18, de comunicaciones telefónicas. Justamente la nuestra se colgó hasta nuevo aviso y juro que no fui yo adrede.
Ya está, mi cuerpo volvía su forma y esa noche iba a descoser la cama. Mientras yo estaba en eso, desde allá me llegaban mensajes de wasap, con la idea más trabajada y muchos mensajes de felicidad. Para unas fue una noche de risas como nunca antes habían pasado y para otro sería paradójico el tango que estaba escuchando "Flor de fango", esa imagen de la belleza sobresaliendo en la mierda. 

Recapitulando, cierto es que el viernes anterior, Clara se lo había dicho, en primera instancia a Montse, su jefa en una caminata por el barrio, y una vez conectada a su puesto de tele trabajo, al resto de sus compañeros cercanos, Sergi y la tercera Clara.
Ya habíamos dispuesto que el siguiente fin de semana sería el "reservado" especial para una familia muy especial que desde hace años compartimos bellos veranos, excelentes carnes, nuevos planes, cálidas navidades y sobre todo, su hermosa hija, la ardillita, Sara.
Ellos, hace ocho años y va para nueve, se propusieron guardarnos absolutamente todo lo de la niña para cuando nosotros lo pudiéramos utilizar, obviamente fueron pasando los años y la carga se hacía más pesada, los chistes más frecuentes y su ático menos habitable.
Nos vino fantástico que Manolo estuviera haciendo asado, de hecho ya sabía que lo iba a hacer, fue una fija durante todos los fin de semanas del confinamiento. Así que con la idea de ver su parrilla, lo enganché en otra video llamada, a la que pronto se sumó Sara, que por suerte le sacó el móvil al padre y se puso a pulular por la casa hasta dar con la cocina, donde se encontraba la madre, ese era el momento, Clara se sumó a la pantalla, le dejamos la adivinanza a la nena, que con el apoyo de Verena sacó que estábamos esperando algo, se alborotó y desapareció mientras la blanca tez de la germana se fue poniendo de un rojo delatador, con una emoción que le empezaba a sobrepasar, y el zorro de Manolo apareció por ahí, para sumarse a la alegría y serenar a su mujer.

Por la tarde salimos a caminar, y Manolo tenía muchas ganas de seguir hablando, y de empezar a fantasear con la idea de venirse con una furgoneta y empezar a subir todo el "tesoro" a casa. Asado, brindis, todas imágenes de prosperidad, mientras hablábamos se ve que a Clara, que por momentos participó de la charla, se le fue aclarando el panorama de darle la noticia a su familia.
Llegamos a casa, nos duchamos, nos sacamos las malas ínfulas que la calle repartía, y pasamos al acto. Una secuencia que iba a ser difícil de tapar, por la cercanía o porque nunca les hizo falta, las video llamadas iban a llamar la atención. Pero decidimos que fuera igual de esa manera con el riesgo de quedar con el culo al aire, por otro lado era un motivo para que Clara se sienta un poco más arropada al lado mío.

Llamamos a Gloria, le pedimos que pusiera la cámara debido a que yo no la había visto en mucho tiempo, y ahí la pillamos, sentada en el sofá, aguantó la bomba como una profesional del sistema sanitario al que le haces una consulta. Con la serenidad y tranquilidad que le caracteriza, nos dio un par de consejos el primero que recuerdo fue "Escuchemos mucho de todos y hagamos poco caso", para seguir con "el embarazo es una situación mágica, que quizás no se vuelva a repetir, así que a disfrutarla mucho y experimentarla personalmente como  se nos dé". Bien estuvo así que juntamos el coraje para la siguiente llamada que fue sencillamente por rango.
Lau nos pilló, al pedirle la video conferencia ya se olió algo raro, además hubo un par de minutos que, para nosotros parecieron una eternidad, no se conectaba. Allí estaba, la muy lista, desarmando la bomba. Con el pretexto de ver parte de su hobby en este confinamiento (se puso a pintar estilo acuarela), y al saber que estaba preparando algo para su cuñada, se lo soltamos, pero se lo tomó muy normal y muy correcto. Su marido Barna apareció por atrás, nos dio la enhorabuena y siguieron con su vida. Ojo, se puso contenta, pero no demostró efusividad.
Nos quedaba Patry, a quien también le solicitamos una video llamada, también le pareció rara la petición, pero no hizo demasiado lio, conectamos y nos pusimos al día, nos enseñó cosas que andaba haciendo, y en un momento que vimos a John pasar por detrás e incorporarse se lo dijimos. Bue, si Verena se había puesto rojo tomate, ella se puso aún más y no podía parar de llorar, pobre, la cara se le transformaba, suerte tuvimos que estaba su pareja por ahí, que la calmó y rápidamente fue a por un cava que tenían en la nevera para una ocasión importante, ésta se lo pareció, así que brindamos virtualmente. La otra vez que la había visto así de bloqueada fue en la boda de Laura, por tanto daba a entender que lo que le estábamos contando le caló hondo.
Ya entonados, solo nos quedaba Alfonso, al igual que con mi padre fue solo por teléfono tradicional, y a diferencia, solo fueron 5 minutos. Se lo dijimos por altavoz, y el hombre no pudo disimular su alegría, se puso a nuestro servicio en el futuro, cosa que no nos sorprendió y agradecimos.
Misión cumplida, hasta el próximo sábado no iba a haber nuevos contactos, bastante ocupados estuvimos esa semana manejando los hilos de las conversaciones que habíamos abierto.

Hacía días que ya había tomado la decisión de tirar la parrilla, ya había cumplido su ciclo, no hicimos tantos asados como esperamos, pero fue bien utilizada. La cuestión es que el poco uso, las lluvias del invierno, el descuido al cubrirla, pero sobre todo, el tema del humo con los vecinos, hizo que no la encienda mucho y además le agarre rabia, ahora quería una con tapa para controlar la primera reacción química, y que de paso la resguarde cuando no se esté usando. Una de estas tardes caí en la cuenta de que Tony ahora estaba conviviendo con su actual pareja en un ático de muy buena terraza, y por las fotos compartidas, le estaba encontrando el gustito a asar, pero la suya era bastante pequeña y se tenía que acompañar con otra. Le comenté del asunto y sin presión, yo la iba a tirar, pero si él le podía dar otra vida, a mi me iba a alegrar y él iba a poder secarle más provecho. Nos pusimos de acuerdo y vinieron el sábado. Sin coche ni furgoneta. Tocaba desarmarla entera. Una tarea muy ardua que se hizo un poco más liviana sabiendo que al entrar por la puerta y mostrarle el piso le habíamos también soltado la noticia. Al finalizar la faena, la parrilla nos ganó, no pudimos desarmarla perfectamente y quedó preparada para tirarse en la semana, pero pudimos brindar con unos ricos Fernets. De paso se lo dijimos a Jordi, quizás poco serio y un poco al tuntún, pero luego lo llamé como era debido.

El lunes era un día señalado, teníamos la primera y esperada visita a la ginecóloga, en la Quirón. Resultó ser argentina de Córdoba, muy cercana y amable nos explicó un par de cosas muy por encima y pasó a hacerle la primera ecografía. Una locura, la habichuela estaba allí prendida desde hace 6 semanas, latía muy fuerte pero la profesional dijo que era lento debido al tiempo prematuro de gestación, ya cuando volviéramos la próxima notaríamos un ritmo mucho más acelerado. Muy contentos con la visita, y sobre todo con la irrealidad de ya tener una imagen y un sonido de "algo" que tiene solo 4 milímetros es muy de ciencia ficción. Decidimos hacer ejercicio y volver caminando a casa desde la clínica, en la hora de travesía tuvimos tiempo de hablar entre nosotros, Clara con su familia y yo con mi madre. Cuando los dos nos volvimos a desocupar decidí que era un gran momento, y un día hermoso para contárselo a Pachi.
El 25 de mayo en Argentina es fecha patria, así que agarré a mi amigo en su casa, ellos también están confinados, pero él al dirigir la empresa de su padre, ha estado yendo y viniendo. Hablando de lo soleado que estaba, de lo rico que se respiraba por estas latitudes sin todavía tanto Co2, lo paseable que estaba la ciudad, sin mucho rodeo más se lo soltamos y su reacción era la de esperar, se llenó de felicidad, nos repitió en incontables ocasiones "los quiero mucho", "los quiero mucho",  "los quiero mucho", que le daban ganas de tomarse el primer vuelo hacía acá y abrazarnos para luego celebrarnos, reírnos y ser felices, nos dijo que le habíamos iluminado el día y que se sentía pleno, su hermanito se había metido en esta nueva etapa.

Para decírselo a Pepo me tuve que esperar más días de lo planeado. Su llegada a la isla para una nueva temporada fue algo accidentada, así que por ponerme en su situación, no le informé hasta que no lo noté más acomodado.
Así que 29, otro más que nos olvidamos de hacer ñoquis, se lo dijimos. Entró como un caballo, Levi fue sin querer nuestro aliado, se le escuchaba con ganas de compartir así que, le pedimos a Pepo que nos pasemos de llamada normal, siempre de wasap hablando, a video. Estaban los dos haciendo "lucha libre" entre el sofá y el salón, y de repente pasó por detrás Themis, y esa fue la señal, se lo dijimos y Pepo no lo podía creer, su novia que espera una hermosa nena de él se puso súper contenta y se pusieron por su parte los 3 a saltar, por tanto nosotros aquí también, y así logramos un círculo perfecto de alegría los 5, o ya puedo decir los 7? qué locura cuando nos veamos, de repente somos muchos!
Entre Uds. y yo, vi que a Pepo se le piantaba un lagrimón, estaba muy emocionado y contento, y eso, después de este año loco, me pone muy feliz.
Ya tenía vía libre para comentárselo al resto de los chicos de La Plaza, estuve boludeando en el grupo hasta darme cuenta de que Carloncho ya estaba activo, y en ese momento les solté la eco de "habichuela", Carlos no sabía de qué película hablábamos, Mauro felicitó enseguida, Juli se sumó acto seguido, y ahí empezaron un ida y vuelta muy sano de cargadas cruzadas que me hicieron cagar mucho de risa. Por último se sumó Ariel que también está esperando con su novia por la llegada de Gina, y cuando ya se me cerraban los ojos apareció Ale, para dar por cerrado el grupo. Dormí como un angelito.

La siguiente trampa fue plantada minuciosamente más o menos una semana antes. Clau había contactado para ver en qué nivel de sociabilizar estábamos, si, luego de la pandemia hay gente que sale desde antes de poder, y otros, más reservados, ven con malos ojos las reuniones, los abrazos y las manos sin lavarse. Nosotros hemos obedecido hasta aquí, luego si sabemos que los que vamos a ver no han pasado el virus ni están en riesgo de cogerlo, estamos abiertos a abrazar, besar, dar la mano y hasta comer en la misma mesa.
Me vino al pelo, nos hicimos un poco los remolones con el tema del sitio donde íbamos a comer ese domingo pero ganó nuestra terraza, planteamos el menú, y sabíamos que a la que le ofreciéramos algo para beber al llegar, y vieran que Clara no iba a escoger nada con alcohol iban a saltar las alarmas, y así sucedió, otro cross a la mandíbula. Se pusieron muy contentos, nos dieron otros abrazos y las enhorabuenas merecidas. Ya por fin pudimos hacer el pica-pica más relajados y atendiendo a las preguntas sobre nuestra nueva historia. Le pedimos dos cosas, una, que nos saque fotos artísticas del embarazo, y la otra, que sean los cómplices para enganchar a Maica.

Mi vieja me pidió algo de "update" y a su vez saber si se lo había contado al tío Carlitos, ya que estaba manteniendo un chat con él. Le hice un resumen de cómo iba la cosa, y le solicité que me aguantará un cachito que ahora lo llamaba. Esto fue el lunes.
Acá era festivo, aunque en el plan laboral que estamos, todos los días parecen domingo. Eran las cuatro de la tarde y él estaba en línea, así que lo llamé sin dudar (si, por wasap). Pasó media hora y seguíamos enganchados a otros temas, así que me fui sigilosamente acercando a la cocina para poner agua para los mates. En alguna rendija que quedó a mi disposición le colé el "temita", se puso muy contento, nos felicitó mucho, decía que no caía, pero de a poco fue llevando la historia a sus recuerdos con Clau, y los momentos mágicos de la paternidad pasando por la graciosa historia del nombre de su hija. Terminamos como a las cinco y cuarto, inmediatamente luego de colgar le di vía libre a madre para que hablen de lo que quieran.
A las veinte horas en la península más o menos íbamos a conectar con Claudia para enganchar a Maica y Patxi. Fue según lo planeado, con un pequeño preámbulo para distraer el bulto, pero como era una visita de madre a hija luego de mucho tiempo, no queríamos robar mucho tiempo, así que se lo soltamos así como venía y para sorpresa de todos los presentes, la tía se rompió de la emoción, lloraba como nunca la había visto insertando entre su sollozo "que fuerte" y "yo fui la primera que te vi en el hospital y ahora tu...", Patxi por detrás tampoco podía ocultar su alegría y se ofrecía amablemente a cuidar de nuestro fruto cuando hiciera falta, que estaba jubilado y si hacía falta, se perdería algún entreno de golf. Clau que sostenía el móvil no sabía si seguir manteniendo el encuadre o consolar a su madre, que cuando se recompuso nos dio bellos consejos y felicitaciones. Otra misión cumplida. 

Nos dejó un buen sabor de boca, es más casi logra que lloremos a la par, no creíamos que le iba a causar tanta ilusión. La tía me quiere mucho y yo lo sé, pasa que mantiene ese papel de "seria sargentona" para hacerme ver que tengo que comunicarme más con ella. Nos dio a pensar que podemos contar bastante con ellos, por proximidad, por afecto y porque los dos son muy duchos con los niños, cada uno ha trabajado mucho en guarderías durante muchos años.

Y ayer mientras relojeaba Instagram, me acordé de mi gran amigo de la infancia, Ramiro. No tuve piedad, le mandé la foto con su correspondiente pie "Quiero que lo sepas". Su incrédula respuesta llena de vocales acentuarían más sus palabras y nos llevaron a recordar viejos tiempos, y tiempos más cercanos en los que por suerte nos pudimos reencontrar, compartir y hasta viajar. Fue una linda emoción compartida, porque de pensarnos por aquellas veredas a este cambio es como que "nos pasamos una pantalla" sin querer queriendo.

martes, 2 de junio de 2020

Eclosión


Todo por lo visto se remonta al décimo aniversario que pasamos. En aquel entonces ella se había quedado maravillada con el "Love Hotel" reservado, con jacuzzi en el interior de una bella habitación con cama redonda. Uds. saben de lo que les hablo.
Para nuestro siguiente aniversario, el de este año, yo me encontraba muy mal, muy posiblemente estaba con un virus de fama mundial en mi interior, no obstante, ya teníamos reserva, casualmente, en la misma habitación. Mi regalo hacía ella, además de letras que solo están en papeles que ella conserva (imagino), fue el vale por un casco nuevo con intercomunicador a elegir. La idea era retomar la ruta, volver a sentirnos libres, y quizás ahora, con menos deudas, podríamos hasta permitirnos quedarnos en posadas o albergues que encontráramos por la zona visitada.
Su regalo lo fue todo. La muy competitiva me regaba su prado. Su fértil paisaje donde sembrar la idea de un tercero, un deseo muy profundo, añorado y querido.
Es triste admitirlo pero mi forma de ser no se permite emocionarse, o al menos no exteriorizar el sentimiento. El ego que de a poco intentaré intensamente matar.
En resumidas palabras, se abría la vía para ponernos en la mágica tarea de buscar un hijo.
La imagen viva, tenue, empañada, fogosa se va desenfocando dejando a los personajes en su intimidad. Fundido a negro.
Allá por marzo andaba con las ganas de un tatuaje. En realidad la oración no está bien formulada porque las ganas de tatuarme están siempre, de hecho hay sitios en mi cuerpo que ya tienen reservado su espacio para el diseño imaginado. Por tanto, en esos días lo que pasó fue que junté las ganas para juntarme con el tatuador. Tenía ganas de conocerlo por su obra, y para comentarle mi idea sobre la nostalgia por Rosario. Me dijo que le tirará 4 líneas donde pueda ver algún objeto o idea y se ponía a trabajar en ello.
Nuevo fundido a negro, negro desesperanza. El ya famoso Corona Virus se presentaba ante todos nosotros para, por lo visto, quedarse campando a sus anchas por tiempo indeterminado.
Todo se llenó de una desolación sin precedentes en la realidad de nuestro planeta, llegándose a comparar con la peste.
Todos, confundidos, entramos en una cuarentena imposible de imaginar ni por las mentes más brillantes de libros de terror o de guionistas de películas de desastres naturales. La ciencia ficción se vio una vez más derrotada por la realidad.
En eso, sin saber como íbamos a seguir con nuestra vida laboral o con nuestra vida social. Tanto se alteró la cosa que las familias no se pueden ver, los amigos menos, los abrazos parecen cosa de otros tiempos, la alarma nos metió a todos, sin excusas, adentro de nuestros refugios, sin distinción.
Eso que se veía que ocurría en China y uno pasaba de los titulares ahora estaba acá, en la mismísima Europa. Y uno que tiene gente del otro lado del charco, desde la cueva, intentaba abrir los ojos y las conciencias, esto iba para allá, no sean como nosotros acá, presten atención, ganen tiempo, y vayan tomando precauciones. Finalmente llegó. Por suerte tomaron varias medidas preventivas y padecieron el principio de la pandemia de una forma más apacible.
Fue un mes muy desconcertante, de mucha tristeza, soledad y bucolismo. Las calles desoladas, la gente sin verse y la economía que empezaba a sangrar. En lo que respecta a cada uno, cada cual contará su historia, pero seguro que se encontró consigo mismo en algún momento, para bien o para mal. Esto que nos pasó, indudablemente nos va a cambiar como seres humanos. Repito, a cada cual en la medida que sea.
Luego de contar muertos por centenas y contagiados por millares, la cosa se empezó a estabilizar o quizás que empezamos a aprender a vivir con ella. Nos mentalizamos de las cosas que se pueden hacer y las que no, de los riesgos inútiles que no valen la pena correr, pero sobre todo comenzamos a distanciarnos de aquellas personas que realmente no entienden la dimensión de la problemática. Hay muchas cosas buenas para rescatar de este tiempo y esta pandemia, en lo personal y en lo social. Pero siempre estará ese que se sigue cagando en el prójimo, ese que se siente en un castillo de cristal, intocable y superior. De ese hay que alejarse. De ese y del ignorante que, por poner un ejemplo de miles, anda con guantes todo el día.
Tranquilizados de saber que estamos haciendo las cosas bien, de entender un poco más la situación y de sacarnos algunos miedos fomentados por la desinformación, nos pusimos a la carga nuevamente. Otra vez intimar sin fronteras entre nosotros que nos alejen de nuestro futuro.
Comenzó la desescalada, mejores medidas llevaron a que la ciudad, de a poco, comenzará a retomar el curso, que las calles se empiecen a repoblar y la actividad comercial vuelva. En eso, el estudio de tatuajes.
Hermosa mañana soleada, tomé el metro por primera vez en dos meses, con una sensación muy rara, la de que la ciudad ahora pertenece a los que vivimos en ella y no la horda imparable de turistas que recepciona diariamente. Vacío los vagones, vacíos los andenes y aún despobladas las calles, llegué al encuentro de mi nuevo tatuaje.
Un diseño exquisito, una idea realmente lograda, una imagen con mucho sentimiento, un retrato certero. Manos a la obra, motores en marcha, sangre y tinta fundiéndose al ritmo del profesional. Yo feliz.
Charlamos durante toda la sesión, amenamente, con la fortuna de sabernos los dos de allá, con todo lo que eso tiene, y de ser moradores ahora, de la misma ciudad. Tres horas más tarde emprendía el camino de vuelta a casa.
Al llegar, tope de contento, le explicaba a ella, mi compañera de confinamiento y vida, mi experiencia, pero me vi interrumpido en la mitad de mi relato con un test de embarazo que tenía dos líneas dibujadas.
Una emoción desconocida se instauró en mi. Nuevamente mis sentimientos no asomaron al exterior. Nos abrazamos con los ojos chispeantes y envueltos en tímidas lágrimas. las siguientes horas me quedé mirando el cielo sin verlo. Completamente abstraído. Pensamientos venían y se posaban como los pájaros de la terraza, por muy poco tiempo.
Quizás esa es la levedad del ser, cuando sos sin ser, cuando estas sin estar.
El tatuaje que ahora descansa en mi brazo será siempre un dulce recordatorio que va a neutralizar la nostalgia de su mensaje.