sábado, 20 de marzo de 2021

Día del padre

 

Luego de dos meses y medios ejerciendo de forma directa sobre el asunto puedo confirmar que la carrera de padre se construye sobre un gran manto de paciencia, amor y responsabilidad.

Necesariamente tengo que decir que me genera ansiedad esta etapa, que sí, que nunca volverá, pero que me dan unas ganas locas de tirarme sobre una alfombra a compartir ese mundo de historias y juguetes.

Dicho esto, la paciencia viene desde el momento en que te dan la noticia, cambian cosas en tu pareja, en tu casa, y obviamente en vos. Dejas de lados muchas cosas, otros te dejan de lado, y un equipo de incondicionales, que ya lo venían siendo, lustran su chapa y salen al campo a darlo todo.

En relación a tu pareja no solo cambia exactamente eso, tu relación, sino que también sus cambios hormonales, corporales y mentales que está sufriendo en la metamorfosis de joven mujer a madre, te dan directamente a vos, y ahí tenés que empezar a surfear olas que no conocías. Ni que decir que el plano sexual cambia drásticamente, en la forma y el tiempo, para bien o para mal, cada uno con sus locuras, a mi me daba más respeto y ternura, a otro igual le diera otro tipo de enfoque.

Amor desde el mismo momento que lo ves sumar volumen en la panza, sin vos sentirlo, hasta que por fin lo sientes, pero se termina de tatuar el sentimiento el mismo día que lo ves salir. La flecha de Cupido te vuelve a atravesar, de punta a punta, y con la misma fuerza que hace tiempo, o más, que no sentías.

Una vez fuera, es una experiencia inexplicable, que solo los padres pasaron y que no te la contaron, no supieron, o no lo pudiste entender en su momento. Luego cada día se vuelve más luminoso y lleno de energía. Un hipo, un movimiento de manos, unos ojos abiertos y ni que decir del día que te sonríe, lo recuerdo se me llenan de lágrimas los ojos. El día que diga mi nombre me meo.

La responsabilidad viene el día tres, cuando sales del hospital y todo está en tus manos, nunca mejor dicho. Si come, si lo higienizas, si duerme, si respira, si tiene frío, si vomita mucho, si le prestas la atención suficiente, si haces bien en dejarlo en brazos de otros, si lo visitan, si lo hacen con mascarilla, si le invaden su mundo con muchas fotos, si haces bien en sacarlo con lluvia, si llevarlo a un bar es indicado, y un largo etcétera que no muere en la alimentación y las vacunas.

Luego de un tiempo raro, donde veo familiares de la madre muy cerca y los míos de sangre más lejos, pude experimentar la llegada de un emisario. Le regalamos el pasaje a mi hermana para que "disfrutara" de esta primera etapa. Y pongo comillas porque si a uno le gusta dormir de corrido (a quién no?) no es buena idea instalarte en la misma casa de unos padres primerizos que tienen un hijo con cólicos. Nadie sabe bien que esta palabra hasta que no tiene un hijo con estos dolores. Nosotros nos apretamos la agenda, hicimos un hueco en nuestro día a días tan novedoso, y ella se comió 30 días con todas sus noches fragmentadas en 3 cachitos.

En tan grato recorrido, recordé más aún, muchos capítulos de nuestra infancia, que me acercó mucho a mis padres que paradójicamente están más lejos que nunca y por tiempo indeterminado. Pero están.

Se fue y por dos días me sentí muy vacio, al tercero la rutina demandante, hizo que volviera sobre mis rieles. Es muy importante tener algún familiar cerca, no es de vida o muerte, pero es bello, afectuoso y tranquilizador.

Una conclusión ya sabida llegó a mí: sin las madres no habría padres.

Y hasta que la ciencia no lo cambie seguirá siendo así.

En primer lugar y escalando las ramas del árbol genealógico, sin tu madre hoy no estarías.

En segundo lugar, en este presente, sin mi novia, hoy su madre, yo no sería padre.

Por más que cualquier abierto de mente me lo quiera refutar hablándome de parejas LGTB, repito, sin ese útero, de momento, no seríamos padres. Por tanto, esa figura materna, por más vientre en alquiler que haya, existe desde el minuto uno que alimenta a ese feto por el cordón umbilical. Luego podemos discutir de la palabra madre y padre que a muchos les queda grande. Porque solo con estar no basta.

Este día tan emocionante e importante que viví ayer se lo debo en principio a tres personas, Mariel, Clara y obviamente Gael.

Gracias.

 

Por cierto, un fraternal y afectuoso saludo a mi padre a quien amo profundamente.