Hacía rato venía con ganas pero sin tiempo, es increíble, y
por más que te lo cuenten, un hijo que cambia la vida, no te la modifica, te la
cambia, como cuando cambiábamos figuritas en el recreo. Ligado sin querer, a esto,
estoy en una época de cambio, como quien arranca un libro nuevo, el tercero de
una trilogía (de momento) que tiene un hilo conductor (llamémosle mi vida) y
que se puede segmentar perfectamente, como ya lo hizo el Nano alguna vez, cada
20 años. El tango también habla de 20.
Y estas dos cosas hablan de música, y a esto venía yo, y las
figuritas también. En el efervescente momento que están viviendo los discos de
vinilos hoy por hoy, me veo metido de lleno. Me metieron de "prepo",
yo no quería, sabía que había un riesgo enorme, la necesidad de un espacio, y
el cambio en la escucha. Dicho esto y aceptadas la reglas de juego, en estos
dos años locos, el del Covid, y el de Gael, le encontré la vuelta al goce,
compro vinilos que me gustan, y los saboreo, pero también compro lotes de vinilos,
como si de paquetes de figuritas se trataran y disfruto del riesgo al repetido,
al abrir mal el sobrecito y romperle una puntita (extrapolado a los discos
sería encontrarme uno rayado) y la adrenalina de que te toque, si bien no la
figurita difícil, una de ellas, puede que sea para atesorar como me pasó con
"The Dark Side of the Moon" o pueden ser para vender como el 80 por
ciento de mi colección actual.
Y hablando de dicenios,
voy a lo que iba sin más demora. Estaba pensando en hacer una playlist para mi
cumple, si, por Spotify (no tengo vergüenza de decir que también hago uso, muy
buen uso, de su servicio). Para ello iba a poner otra vez en jaque a mi memoria
(y van...), la iba a empezar por el orden en que la música me llegó.
No fue tarea fácil, pero algo logré y en esa búsqueda, me
regocijé con los hallazgos, así que algunos los voy a plasmar acá:
Pasando por alto la música de series como "El
chavo", "los pitufos" o cualquier otra cosa que la tele me haya
dado, voy a empezar por "La botica del Tango" conducida por Eduardo
Bergara Leumann, un programa que sonaba en la cocina-comedor de mis abuelos,
entre aquel viejo y robusto Motorola y esos sofás verdes con preciosas cenefas
que aún hoy, el olor de esos muebles me invade. Allí pasaban todo tipo de
artistas del palo y era lo que mis abuelos escuchaban (porque la tele se
escuchaba), mientras me cuidaban esperando que mis padres llegaran de trabajar.
Cabe destacar que de ellos era el tocadiscos que mi madre
volvió a tener cuando nos instalamos en Rosario, un combinado Winco increíble,
precioso, enorme, de categoría, como se hacían las cosas antes. Y de allí sí
que salieron los cimientos de mi cultura musical.
Recuerdo las portadas de los Carpenters, de Santana (el de
la paloma sobre todo y uno blanco), el de Brel con esas 4 letras sobre un cielo
azul con nubes, los de Simon & Garfunkel, si el "puente sobre aguas
turbulentas", "el graduado" y alguno más. Como no recordar los de Serrat si a día de hoy pongo uno y se
me eriza la piel, claramente, en esta ciudad, y después de tantos años, mas.
Manzanita y "eres tu Malaga gitana" que sonaba en fiestas, donde la
familia era grande, donde la tía Mariana era un "hembrón" como decía
mi vieja, y al tío Humberto se le giraba el bigote por bailar con ellas dos.
Sui Generis, a los que no entendía. Almendra, aquel disco robado. The Beatles.
Aquí con ellos tengo un capítulo aparte que voy a plantear más adelante. Marina
Rossell no sé si venía en cassette, pero hablaba raro, pero retumbaba en mi
interior, hoy viendo como educan a Gael en catalán lo entiendo más. En casetes también
venían Bonnie Tyler y su eclipse del corazón. Pero muchos de ellos eran
iguales, o bien decían "Joker" o "TDK". Ahora ya no
sorprenden estas dos palabras como me intrigaban a mí, o si, por su escasa
existencia. En ellos había miles de programas nocturnos grabados por mi padre
en las noches de Barcelona, con mucha música en francés, si, música que a mí me
entraba menos, pero que hoy al escuchar Aznavour, Piaf o Mustaki siento
cosquillitas. También hablaré del momento en que yo descubro al casete.
Pero vamos por parte, como la vida de estos soportes. Es poner
los Beatles, los discos primeros, y es un recuerdo directo a bailar con mi
mamá, saltar con "Revolution", rockear con "Roll over Beethoven"
o "It won´t be long (Yeah yeah yeah yeah)", los tenía pequeñitos
(singles) o grandes (LP) y también tenía de uno de ellos, solo, y yo no
entendía por qué, pero me gustaba menos, pero igual (luego sabría que los
Beatles se habían separado, me llegó tarde la info, que Lennon tenía discos
solo -"Juegos de la mente" el nuestro- y más tarde, que un tarado lo
había matado, pero yo todavía no sabía lo que era la muerte), para mi seguían
juntos y vivos porque en Mafalda también lo estaban y ese era mi mundo.
Cuando ya fui mayor para tener la llave de casa o para ir al
centro en colectivo con los de la primaria, lo primero que hice con mis ahorros
fue ir a "La Favorita" y comprarme un cassette, lo quería original.
Cuando llegué a la parte de música internacional, donde ellos estaban, encontré
que había dos que nunca había visto y que eran muy distintos, de hecho no
tenían ni siquiera sus flequillos, me puse nervioso, tenía el dinero para los
dos, pero, iba a por uno, el resto igual era para pasar la tarde paseando, en
los videojuegos, o seguir ahorrando. No pude contenerme (nunca pude y hoy sigo
igual) me llevé Revolver y Abbey Road. Estaba muy ansioso por llegar a casa y
estrenarlos.
Llegué, los puse, y ... no parecían ellos, no había tanto "yeah
yeah". Pensemos que VideoMatch era casi de culto, lo daban a las 12 de la
noche, cuando en otros canales ponían "Pausa para la meditación",
ellos arrancaban un programa joven y desenfadado, con bloopers (ni idea de que eran hasta ese momento) que nos explotaban
la cabeza, y "Twist and Shout" a todo lo que daba. Ver VideoMatch en
aquella época era que tenías tele en tu habitación, que tus papás no se
enteraban (pobres ingenuos nosotros) y que al otro día te la tenías que bancar
en la escuela, pero en los recreos, el que no lo veía, estaba fuera de las
charlas y las risas. Yo tenía una tele, que había viajado de España a Argentina
y que unos milicos nos la rompieron
en la aduana por si traíamos algo raro, nos costó la vida encontrar el repuesto
de la pantalla, siempre las cosas nos costaron mucho. La antena de esa TV funcionaba
mucho mejor si se le ponía un palito de la ropa en la punta.
Ya tenía Walkman y no paraba de dar vueltas una y otra vez
esos dos cassettes, y alguno más que me había apropiado, me partían la cabeza,
tanto "Taxman" como "Come Together" y el resto que las
seguía en cada ejemplar.
El tocadiscos cada vez se ponía menos y a casa había llegado
un equipo "Crown" doble casetera, ecualizador, FM, AM (y pará de
contar) que era la bomba. Sí, porque con un doble casetera vos podías grabar. Y
ahí empecé a congelar retazos de música para mí, retazos que me gustaban, que
me transformaban por completo, que me hacían SENTIR en todo lo extenso de la
palabra. En una de aquellas grabaciones tenía en un mismo lado "Cuando un
hombre ama a una mujer", "Wonderful World", la famosa de
"ghost", la del sombrero de Coker, y misteriosamente, "Rapsodia
Bohemia", grabada el día después de que Freddie muriera, el locutor sobreponía
su voz al acabar la canción, iba sonando muy bajito "any way the winnnnd
blowwwwws" y él decía "único". Me quedó de por vida. El lado B,
tenía más joyas, pero esa fue una casualidad increíble, yo no tenía claro todo
eso que era, lo de morir, si bien mi abuela ya se había ido, pero sí que
recuerdo, siempre me acordaré la noche del 24 de noviembre de 1991 cuando estábamos
jugando probablemente a "Ladrón y poli" en el patio de Pachi, y Fito
(su padre) lo llamó y le dijo que Freddie había muerto, tanto Ramiro como yo
nos mirábamos sin entender la peli. Luego las radios se llenaron de su música,
por aquel entonces, una serie con mucho raiting
ponía siempre "Friend will be friends".
Eran tiempos de "asaltos" y había que tener mucho
material y variado para esas fiestas. No sabíamos qué hacer con las hormonas,
medias dormidas, con un pie en los Playmobils por la tarde y por la noche en la
casa de Hernán: Asalto. Lo que recuerdo es que había muchos chizitos, mucha
Coca, chicas (algo muy raro entre nosotros), y un buen equipo de música. Algún
padre que nos vigilaba, y muchos casetes de todos nosotros.
Mi vieja había conseguido que un compañero del psiquiátrico
donde trabajaba le grabara "Grandes Exitos 1 y 2" de Queen. Pum. Mi
vida no fue la misma.
Por otro lado, siempre estábamos con la música rondándonos,
los New Kids on the Blocks fueron una locura, los suecos de Roxette pusieron
todo patas arriba, pero lo que de verdad puso todo patas arriba fue la llegada
del CD. Y María Laura, la hermana de Pachi, había logrado uno, por ende, él
también. Un mar de peleas se sucedieron porque no se lo tocara cuando ella no
estaba. Tenían contados compacts, uno era el de Phil Collins (de la calesita),
los otros, muy guachos, los de Queen, originales, en hermoso color, nada de
escribir los nombres de las canciones en las cajitas de los casetes. "Greatest
Hits II" era de un color azul profundo y sus letras do-ra-das. Tenía "Innuendo"
también. En lo nacional, nosotros escuchábamos una y otra vez "Es tuya
Juan" porque fue el primer rap que escuchamos en español, obviamente, cada
uno en casa escuchaba su Charly, su León Gieco o su Spinetta según sus padres
pusieran, pero Fito, que venía de unos discos densos por cosas personales,
iluminó todo con "El amor después del amor". La gira presentación fue
mi primer concierto en vivo, pagando, y con chicos de mi edad, en Provincial.
Obviando a la negra Sosa en el monumento, gratis (palabra maravillosa) y León
Gieco de la misma hermosa forma, en el mismo emblemático lugar de la mano de la
madre de Carlitos.
1994 fue nuestra graduación de la primaria, sonaba
"Brillante sobre el mic" y "La rueda mágica" pero antes de
llegar ahí, yo ya había pasado y vuelto de los Guns ´n´ fucking Roses, me hice
tan fan, con tanta fuerza, como luego me deshice. Me lo comí todo, desde
"Lies" hasta los maravillosos "Use for illusion 1 y 2",
pasando por "apetito por la destrucción" y todos los discos truchos
que se podían conseguir, grabados ilegalmente en conciertos o estudios, pero
que se vendían legalmente ( lo que hoy se dice un Bootleg). El álbum negro de Metallica y toda la Mtv de punta a
punta. Esa era nuestra droga más grande, música en imágenes que te traían desde
George Michael hasta Nirvana, de Elton John a Depeche Mode, de Inxs a Sinead
o´Connors, de Aerosmith a Cramberries, de Kiss a The Cardigans, ya no hubo
vuelta atrás.
Por casa sonaban "Tango feroz", Los Rodriguez,
Mecano, la colección de revista Noticias de "Rock Nacional", Pavarotti
and Friends por Bosnia, Lucio Dalla y "attenti al lupo".
Pero ahí iba el Bunny con sus pelos para arriba, engominados
con jabón puro de tocador, con sus Ramones, y sus Sex Pistol, con sus Attaque
77 y sus 2´ (dos minutos). Cada uno de nosotros que tuviera un hermano mayor,
iba a tirar para ese lado, o al menos, esa música iba a escuchar en casa,
hablamos de fuerza mayor, nunca mejor dicho. Yo no tenía, pero seguía nutriéndome
de todo aquello. En un asalto de Pachi sonó "Light my Fire",
explosión total en mi cabeza, de donde había salido aquella banda nueva? Pobre
iluso. Nueva. A los Doors los retome con mucha fuerza mucho después y para
siempre.
Con el viaje a Carlos Paz de fin de curso llegaron los
casetes que se vendían en la ruta, "Big yuyo" de Los Pericos, Los
Enanitos Verdes y "no te peines en la cama", o Vilma Palma e Vampiro,
casetes truchos, "pero buen camaleón" diría el Indio por aquella
época, y a mí no me entraría su música hasta más tarde.
Llegó el tiempo de la secundaría. Ahí te alejas un poco de
los amigos del barrio, y empezas una nueva vida con todos desconocidos (al
menos ese fue mi caso). De aquella época, además de que Mtv seguía fuerte,
recuerdo: Hermética, Almafuerte, los Rollings un poco más modernos, Molotov,
Illya Kuriaky a full, más Metallica. Para ese entonces nosotros ya teníamos un
"minicomponente" con bandeja de CD y a su vez, mi primera
computadora.
En el 97 se fue todo al carajo, llegaron los Piojos (3er
Arco), la Renga (El final es donde partí), redescubrimos los Redondos, Los
caballeros de la quema, y hasta "sin gamulán" de Los abuelos de la
nada. Ya íbamos a discotecas, y nuestra cultura musical tenía que ser más
amplia, las hormonas lo mandaban. Llegó la cumbia como herramienta de
acercamiento, también aquel tecno para mover los brazos como un robot. Me quedé
con la primera opción aunque probé de las dos, eso quería decir ir a Caribbean o al Ku, a Contrabando o La embajada, a Pancho Villa o al Inferno.
Entre todo ese desmadre, una buena tarde por el centro, paso
por "El pez volador" (Libros y revistas usadas) y veo que también vendían
Cds usados, me topo con "Sheer Heart attack". Si bien "Grandes éxitos
1" traía "Killer Queen", nunca en mi vida lo había escuchado
entero. Entro, voy al fondo, y un tipo de rulos, entre pelado y con pelo largo,
me pregunta si lo quería probar, asentí, lo limpió, lo puso y en todo el local
empezó a sonar ese ruido a feria, a circo, silbido, gente, y un "solo"
de guitarra que va subiendo de volumen hasta que la batería de Roger invita a
Freddie a cantar todo una estrofa en falsete. Casi me muero, me lo llevé
enseguida.
Ahí decidí hacerme la colección entera de Queen. Me iba a
costar mucha guita, pero de a poco iba ahorrando, llegué a dar clases
particulares de informática, o lavar copas.
Para entonces también se iba agotando la magia de la
secundaria, y volvía el miedo del cambio de etapa, hacerse mayor, trabajar más
para ganar más, estudiar en la facultad, y diseñar un futuro. Aunque el mío
hacía rato que estaba escrito.
El libro 2 se abre junto con las puertas de embarque de
Ezeiza. No sé qué música escuché durante aquel vuelo tan psicodélico, pero
entre que era la primera vez que volaba, me acababa de despedir de mucha gente
querida y había dejado todo mi mundo excepto 20 kilos que lo transportaba en
una maleta dentro de la bodega de ese avión, seguramente algo escuché para
calmar mis demonios.
Tuve como 3 mudanzas en 3 meses, y para todos esos sitios
llevaba la colección casi completa de Queen (Cds originales), un CD comprado
trucho, lo que aquí sería el top manta, de U2 "All that you can´t leave
behind"(título muy premonitorio), Lenny Kravitz Greatest Hits (trucho también),
"Avalancha" de Héroes (rescatado de las locas manos de mi gran amigo
Pachi, que por aquella época le daba por tratar muy mal a los CDs.), y varios
cassettes donde tenía grabada toda la colección de Queen (completa), eran
cassettes de 90 min o 120 min por lado!!! así que entraba mucho. En otro tenía
grabado todos los vinilos de los Beatles de casa, estaba muy bueno tener una cadena porque podías grabar desde el
plato del tocadiscos a la casetera. Y alguna cosa más que se me escapa.
Al trabajar de noche en un pub en Alcocebre me tuve que
impregnar, sin escapatoria, en la música actual española, y también de algunos
de sus éxitos, eran tiempos de "Torero" de Chayane,
"Aserejé" de las Ketchup, "Morena mía" de Miguel Bosé, y
una cosa llamada OT que todo el mundo escuchaba, luego supe lo que era. Una de
esas noches escuché al acabar el servicio "a San Fernando" de Manolo
y al llegar al departamento se lo dije a mi madre, quién lo volvió a descubrir,
ya que no sabía que ahora tocaba fuera de "El último de la fila".
Ella se daba con español profundo tipo Niña Pastori, Ketama, Rosa, David Bisbal
o lo que sonara en el disco "Verano 2002".
Volví a Barcelona y trabajé en una cafetería, todas las
mañanas mientras los croissants leudaban e iba preparando los
"bocatas" sonaba: Jaime Urrutia (Dónde estás), U2 (la primera parte
de su grandes éxitos y Queen "Made in Heaven", esos tres discos se me
grabaron de punta a punta, la suma de ellos era lo que tardaba de que entraba
al bar y le daba a las luces hasta abrir
de cara al público.
Luego me mudé cerquita, laboralmente hablando, pasé del
Jamaica al Alcampo, y ahí me di fuertemente con Bunbury solista, a los 3
panaderos nos gustaba. Luego Bryan Adams (grandes éxitos), The Cramberries (también
compilado), más y mucho U2 (ahí repasé toda su carrera sin obviar ninguno, de
hecho, me empezó a gustar mucho un disco de ellos que rompía con lo que antes
hacían "Zooropa"). Fuera del trabajo, yo estaba solo y ya había
pasado un año desde que había llegado, por tanto empecé a frecuentar las
Fiestas Argentinas, no faltaba ni un éxito del Rock Nacional ni una cumbia, y
la verdad es que ahí recobré un poco el sentido de aquellas raíces, me aferré
mucho a los Piojos que seguían firmes, la Renga parecía estancada, pero seguían
sacando discos y sus giras se estiraban hasta acá, como también La Bersuit, por
tanto de ellos 3 me nutrí bastante tiempo, conciertos incluidos, a la Renga la
sigo escuchando duro y parejo, los otros dos, pasajeramente. La fiesta con el
paso del tiempo se parecía a la peli "El día de la marmota", nos
ponían exactamente lo mismo, año tras año, y no evolucionabamos, es más, uno
podía saber la que venía despues, como si de un disco apreciado se tratara.
Unas cosas llevaron a otras y dejé de ir asiduamente, para reencontrarme con
esa burbuja del tiempo cada tanto, y así echarla de menos o sorprenderme con
una grata sonrisa luego de que un tema muy quemado volviera a pasar por mis
orejas, como cuando uno va a una boda o cumple de 15.
Mi cabeza iba dejando entrar otras cosas, cosas que antes no
tanto, como Babasonicos (genial), Miranda (raros pero atractivos), Cielo Razzo
(muy de Rosario y de Central). Junto a ellos venían del panorama internacional
Depeche Mode, Black Eyed Peas (su primer disco fue una locura), Keane, Snow
Patrol, Kaiser Chief, unos tímidos Arctic Monkeys, unos potentes Franz
Ferdinand. Unas navidades me pegaron duro en Londres The Kooks, acaban de sacar
su primer disco y era muy fresco y bello. Todo esto antes del 2006.
Para entonces ya escuchaba de todo, me movía por conciertos
en garitos de la ciudad, y obviamente llegaron los festivales y con ellos las
mil bandas que traían. Hay que decir que ya sabía que Barcelona era poderosa en
muchos aspectos (arte, comida, arquitectura, etc.) pero al ver las bandas que
venían, y venían absolutamente todas, te dabas cuenta de que baldosas estabas
pisando.
No obstante, por esa época mis oídos descansaban mucho, pero
mucho y cada vez más en los Rollings, después de aquel gran "Forty Licks"
y de haberlos visto por primera vez en 2003, me partieron el marote. También
hacía pie en Led Zeppelin, algo de AC/DC y los Doors como una copita antes de
ir a dormir.
En castellano, Calamaro estaba renaciendo, mucho le ayudaron
los de la Bersuit, pero también Fito y Fitipaldis, y así que estuve escuchando
una buena época a este trío. También Coty y no me sonrojo al decirlo. En un
festival (Viña rock) que fui por los Piojos y la Renga, me reenganché por un
rato a Rata Blanca. A su vez conocí a Raimundo Amador punto y seguido una locura.
Era como un Camarón vivo. Cómo le daba a la guitarra, española y eléctrica y
cuánto rock y flamenco a la vez. Unos jovencitos captaron mi atención mientras
llovía y esperaba por uno de los grupos argentinos, Pereza, no eran nadie,
luego fueron por poco tiempo uno de los abanderados del rock (inexistente) español,
para luego ser pop, y como la onomatopeya de un globo al estallar, hicieron
plop. Pero en "los amigos de los animales" salían muchas bandas y
cantantes muy buenos de la península, me los fui anotando y siguiendo, así
salió Amaral, los Delinqüentes, Burning o Carlos Tarque de M Clan. Un ignoto
Kevin Johansen también. Era la primera vez que lo escuchaba, sin registrarlo
obviamente.
Entre los festivales y que la música ya viajaba a raudales
por la red, me llevaron a dar con White Stripes, Mando Diao, Kasabian, Kings of
Leon, y The Strokes.
El blues siempre sonó, pero por terceros, si metes un disco
del inicio Stone, salen clásicos del blues, si pones a Tina, Elvis o The Black Keys, también, pero la llegaba de
Spotify lo cambió todo para siempre, ahora podías escuchar lo que quisieras, y
algunas cosas se "linkeaban" con otras y así el panorama musical se
ramificaba hasta el infinito.
El blues empezó a tomar control de un espacio de mi vida,
Howlin´, Muddy y Hooker. Para luego indagar a través de los Allman Brothers,
Johnny Winter, o John Mayall, e ir parar o volver a Eric Clapton, Jeff Beck,
Rod Stewart, George Harrison, James Brown, etc., etc., etc., la música ya no
tenía fronteras, yo tampoco, y la expansión era irremediable. Con esto, mi
lejanía con Argentina era cada vez mayor, pero si volvía a su música era por la
locura con Intoxicados, o para redescubrir viejos clásicos como Pappo Blues, Pescado
Rabioso, o Vox Dei.
La marihuana necesita azúcar y un determinado tipo de
música, claramente Bob Marley tendría que empezar a sonar desde que sacas un
papelillo de la cajita, pero con las primeras caladas fueron aterrizando Onda
Vaga, mucho reggae desconocido y a la vez profundo como el de Peter Tosh o John
Holt, Kevin Johansen y Tame Impala entraban por una ranura.
Si la yerba se consume en espacios abiertos y con música en
vivo podés escuchar lo que venga, de Brushy One String hasta Fumaça preta, pasando
por Freddy Fat Drops o Za! para acabar cuando cierra el festival escuchando muy
buena música electrónica, ahí te vas enterando un poco del porqué de la
necesidad de los estupefacientes con esos bits. Y si estás en un lugar cerrado,
en lo que antes Mtv reinaba, hoy lo hace Youtube, y mientras los videos más
atractivos sean visualmente hablando, más vas a disfrutar y así también
descubrir bandas como Polo & Pan o King Gizzard & the Lizard Wizard.
Puede que caigas en The Growlers o The DØ y te levantes con las bandas del hijo
chino de Lennon (Goastt o Claypol), Foxygen o Future Islands. Beach House, The
XX, Unknown Mortal Orchestra, MGMT, Woods, Justice, La Luz, Monophonics, son
otros ejemplos de buena música y buenos videos, además de buenos directos.
Para nuestra desgracia, rock hay cada vez menos, te puede
sonar algo parecido en Black Rebel Motorcycle Club o The Picturebooks, Night
Beats, Radio Moscow o Black Pistol Fire, pero la pregunta es: cuánto tardarán
en corromperse o separarse, como les pasaron a: Kings of Leon, Franz Ferdinand,
Gossip, o tantos otros. Suerte que aún existen los vinilos de la época. Que el
disco está de moda y con ello las reediciones y que Spotify tiene un catálogo
para no acabárselo y si eso pasara, ya hay miles de plataformas detrás para
recoger el cetro.
No tengo problema, como buen melómano, me lo banco todo, y
más desde que tengo tocadiscos. Por la púa puede pasar de todo, como también
por las playlist de Spotify, eso sí, el gusto que da detener un momento la
vida, esta agitada vida, para disfrutar de unos veintipocos minutos por lado de algo que te gusta y además tiene frito y sabor a viejo, no tiene precio.
No me quise meter porque sabía que iba a perder la cabeza, ahora pienso que
perdí oportunidades, pero todo llega cuando toca.
Hace un año, en pleno confinamiento nos reinventamos por las
tardes con la música, hicimos de una hora, la anterior a los aplausos, la hora
del baile, y allí la pasamos bárbaro con Sofi Tukker, Cage the elephant,
Metronomy o cualquier video realmente entretenido. Hubo tardes de rock, de rock
nacional, de popurrí o remember Classics.
Ya no voy a festivales, uno por el virus, otra porque aún no
están preparados (o no estamos), y otra porque llegó Gael. El 31 de diciembre
del año pasado, estábamos pasándola realmente mal y con el susto propio de la
llegada del día esperado ( esperado y no tanto cuando lo tienes delante de tus
narices), tuvimos que ponernos a bailar la danza de la "dilatación y
respiración" y para ello nos hicieron compañía las mejores baladas de los Beatles
y John Lennon.
Se extrañan las Merces multitudinarias, los viajes
descabezados como aquel que fuimos hasta Gredos para ver a John Fogerty, el que
llegamos casi hasta Marbella, sin nunca haber hecho más de 100 kms con la
Harley solo para ver a los Black Keys, subirte a un avión para ver a los
Rolling Stones en Estocolmo, Amsterdam o donde toquen. Cruzar el estado español
para 45 minutos de rock argentino de la mano de Guasones, conocer Valencia por
los Piojos, Albacete por la Renga, Mataró por Bersuit, estos últimos no son
comparables con los primeros, pero reflejan el nivel de locura que uno puede
llegar a tener por la música. He tenido la suerte de ver muchos conciertos en
vivo, dentro de los que destaco RHCP, ZZ Top, AC/DC, Johnny Winter un par de
días antes de morir, el resto de Queen, Charly Garcia, Robert Plant, Iggy Pop,
y unos arruinados Guns and Roses que terminaron de dinamitar lo que me quedaba
de buenos recuerdos de sus canciones. Prometí no volver a ver bandas acabadas,
pero quiero ver a Rod Stewart, a Elton, Paul, Ringo, Bob, Jagger, Keith y una
lista interminable de dinosaurios que siguen subiendose a los escenarios.
Prometí no ir más a festivales, pero, podré resistirme?
El nene hoy por hoy se duerme con Ac/Dc, Queen, The Last
Shadow Puppets, Polo & Pan, y necesariamente con Creedence (una banda
silenciosa pero que está con uno desde toda la vida). Cuando ya está drogui
guían sus sueños Roy Orbison, The Platters, Elvis, Beach Boys (sobre todo Pet
Sound), Pink Floyd (sobre todo los psicodélicos de los años de Syd), David
Bowie (clásicos por todo lo alto) y Stevie Wonder.
Realmente le hemos puesto de todo, y es una locura ver cómo
reacciona a cada cosa, pero lo es sobre todo más cuando ves que algo muy tuyo
como Queen lo mece y lo enriquece desde tan pequeño, y yo al lado, con un nudo
en la garganta y los ojos chispeantes.