martes, 12 de enero de 2021

Así llegó

 

El día 23 trabajé por último día antes de mis vacaciones de invierno. Un final de temporada muy alto, donde nuevamente lo dimos todo, surfeando un montón de contratiempos, llenos de stress e inoperancia de la dirección, en realidad, como dicen por aquí: les pilló el toro (y van...), que en mi caso acabé, como siempre, pagándolo con la espalda.

Recordemos que estamos en ERTE, que no podemos, no solo no hacer horas extras, sino, no llegar al cien por cien de nuestro horario, sino, nos tendrían que sacar del amparo de ese subsidio, y la verdad es que hemos facturado el triple que las navidades anteriores. Las matemáticas fallan, o somos muy burros. Si las matemáticas fallan siempre es para los más pobres, y si, uno es burro porque acepta no la punta del dedo, sino el brazo hasta el codo.

El 24 tuvimos la estúpida idea de ir con Clara a Ikea, se veía venir que iban a volver a cerrar las grandes superficies, y aún no habíamos acabado con la habitación del pequeño visitante que estaba por arribar. Esta tienda queda exactamente a 5 km de casa caminando, es un recorrido que ya hicimos más veces, pero no con 37 semanas en el bombo. Además de cuatro tonterías contadas que Ikea te obliga a comprar por su belleza y precio (cosa engañosa donde siempre caemos ya que al final, la cuenta siempre se va de las manos), teníamos que comprar 3 estanterías de 110 cm cada una, y traerlas obviamente sin coche.

Por la noche tuvimos a la familia casi al completo de Clara para celebrar la noche vieja, nos dio tiempo a decorar la casa y a llenar de ilusión los estantes recién colgados.

Durante ese finde tuve bastante dolor lumbar (ciática), y uno de esos días, ya que Barna también hace masajes, cedí y me dejé tocar, ahora, viéndolo en retrospectiva, lo de los masajes bien, pero el final de la sesión, terminada con el crujido de la columna, quizás no debería haber dejado que ocurra. Por otro lado, Clara seguía resentida de aquella caminata y no estuvo muy bien esos días, así que los invitados no hacían más que pasarse cuando podían por casa.

El 28 se fueron, el 29 al medio día la cosa no iba bien y me fui para urgencias de la Clínica Sant Jordi, aún estaba cubierto por la mutua (Adeslas) y pensé que me iban a inspeccionar rápido, pero no fue así, en total estuve cerca de dos horas. Diagnostico: lumbociática. Inyección intramuscular y siete días empastillado con Tramadol y Enantium cada 8 horas intercaladas. Por la noche parecía que la cosa surgía efecto. Me fui a dormir.

Por la mañana teníamos "correas", lo que sería como una supervisión de las contracciones, pueden que te digan el peso del bebé, y una estipulación de la fecha de llegada al mundo. Aprovechamos que Clari seguía con fuertes dolores de espalda y que no se encontraba bien para decirle al padre que nos lleve en coche, así de paso, para el día "D", ya tener aprendido el camino y cronometrado el recorrido. La obstetra que nos llevó hasta aquí tenía vacaciones, así que nos atendió Stephan, de apellido ruso o similar. Inspeccionó y dictaminó que antes de reyes estaríamos por ahí.

Para no cocinar el 31 pedimos un catering argentino, un menú compuesto de sanguchitos de miga de 3 sabores, unos pancitos de atún y otros de roquefort, unos fosforitos (nunca los había probado, pero sería como unas jesuitas rellenas de jamón y queso), empanadas de carne y alfajores de maicena. Nunca los llegamos a probar en tiempo y forma. A las 6.30 de la mañana de ese día tuvimos que llamar a Alfonso para que nos venga a buscar para ir a urgencias, Clara había estado con contracciones desde la noche anterior, con intervalos cortos e ininterrumpidos.

Llegamos bien de tiempo, en urgencias del Hospital Quirón había poca gente y nos atendieron rápido, haciendo más llevadero el dolor de Clara. Luego de recepción, una suerte de "filtro" en otro consultorio que no sirve para nada, para luego salir del edificio, entrar por otra puerta e ir a la planta -2 donde se encuentra urgencias obstétricas. Allí le volvieron a colocar las "correas" para monitorizar todo mientras hacían las preguntas de rigor y posterior exploración.

Para ello nos presentaron a la comadrona, de llamaba Marifé. La tipa inspeccionó y determinó que solo estaba dilatada de 2 centímetros, no llegaba a 3. Que había hecho un buen trabajo de pre-parto, se le había borrado el cuello del útero pero que quedaban muchas horas o incluso días. A menos que, y allí ella no podía aconsejar nada para no entrometerse en el plan de parto de la madre (plan de parto que no teníamos muy bien pensado), se indujera al parto y accediera a epidural, ella sabría qué hacer si fuera su cuerpo, pero no iba a obligarnos a hacer nada que no quisiéramos y Clara quería el parto lo más natural posible, yo seguía firme a sus deseos. Aquí habría que hacer un inciso sobre la información recibida en el curso de pre-parto, pero sería meternos en una discusión mayor, vamos a dejarlo en que, mucha información y "mal entendida" puede llevar a tomar malas decisiones.

Nos volvimos a casa tras 4 horas, era prioritario romper aguas en casa y estarnos el máximo tiempo posible antes de acudir a la clínica (según el curso). Fue terminar de subir el último escalón y Clara casi echarse a llorar del dolor. Ella empezó con respiraciones y ejercicios, yo vi el peligro inminente y me fui al supermercado a comprar alguna cosa que nos faltara, pero sobre todo, arena para los gatos que no sé qué pasa los días de fiesta pero llevaba días sin encontrar. Al volver Clara seguía igual o peor, esta vez se retorcía dentro de la cama mientras yo iba dejando las cosas hechas por si esta vez nos íbamos "en serio".

Las siguientes horas quedan en nuestra intimidad y espero que pronto salgan de nuestros recuerdos porque no la pasamos bien.

A eso de las 4 de la tarde tuvimos que volver a molestar a Alfonso que acudió tan pronto como pudo. En esta ocasión ya llevábamos la maleta con las cosas preparas para quedarnos si hiciera falta. Justo un semáforo antes de llegar, el padre la lía con el coche, menos mal que todo quedó en un susto, y ahora en una anécdota, pero es entendible, la situación no es para menos. Lo volvimos a abandonar, ella caminaba peor que a la mañana. Al llegar a urgencias, el panorama era bien distinto, costaba ver las sillas vacías, había dos personas delante nuestro, la que ya estaba siendo atendida parecía no tener nada a comparación de los nervios que se viven con nuestra situación, la otra persona no vio que había que sacar número en una maquinita la adelantamos por la curva como dirían los que saben de F1. Cuando la cosa es así, ya lo aprendí, no hay que ir ni con titubeos ni con la voz baja, hay que gritar: SE ESTA PONIENDO DE PARTO! y verán como al igual que a nosotros nos pasó, la chica aceleró los trámites de ingreso. El siguiente para pasar al inútil consultorio de "triatge" fue nuestro número y como ya sabíamos lo que teníamos que decir gracias a la práctica mañanera, nos lo pasamos rápido, extendí el asa de la maleta y nos metimos prisa para llegar al piso -2.

Las contracciones eran claramente más notorias, nos volvimos a encontrar con Marifé que nos preguntó que deseábamos hacer, lo que casi al unísono respondimos: quedarnos.

Mientras la desvestían, le ponían las correas del monitor, le intentaban encontrar las venas para abrirle una vía, mientras yo iba recogiendo las ropas por los costados y miraba los papeles que teníamos que dar o recibir. No tuvieron mejor idea que practicarle un PCR en medio de todo ese show. Dio negativo por tanto pudimos pasar a la siguiente etapa. Allí Clara decidió seguir dilatando en una habitación preparada para eso. Pero seguía en 3 centímetros. Por otro lado, a mí, que no me hicieron un PCR, me hicieron quedarme solo en ropa interior, para darme un equipo descartable de los pies a la cabeza, cubre zapatos, pantalón, bata, gorro y mascarilla. Una llave para una taquilla diminuta donde a duras penas podía meter mi ropa y la de Clara, pero no la maleta que traíamos, así que tuve que subir a la planta baja, ir a recepción, para que me mandaran a seguridad para dejar el bartulo ahí para con los nervios acrecentados volver a la taquilla dejar mis cosas y salir con nada.

A todo esto eran como las 5 de la tarde y no comíamos desde la cena del día anterior. Cuando al fin pude entrar a la habitación de "dilatación" concordamos que ella debía alimentarse de alguna forma así que estrenaron la vía con un rico suero. A todo esto el papel del hombre se podría confundir con el papel de un florero, poco podemos hacer, y ver sufrir a tu novia es algo muy desagradable.

Un rato más tarde, muerta de dolor, Clara accedió a ponerse la epidural, para lo que tuvieron que llamar a un anestesista, y sacarme a mí de la habitación.

Al volver ya eran cerca de las 6, Marifé se estaba por ir y tenía que vernos por última vez para dejarle todo claro a lo que sería su relevo. No nos olvidemos que era 31 de diciembre a las 6 de la tarde luego de 12 horas de turno y ganas de salir del hospital y brindar con sus seres queridos. En ese último chequeo se dio cuenta de que la relajación del perineo gracias a la anestesia había llevado a Clara a dilatar cerca de 7 centímetros.  A lo que la mina finalmente propuso: mirá la cosa está así, si rompo aguas ahora estamos pariendo, quieres que lo haga?

Clara muy cansada accedió, yo también lo agradecí, me parecía inhumano ya, pasar por tanto dolor para sentir la cosa lo más natural posible, por eso repito que el curso de pre-parto nos generó una falsa idea de muchas cosas, al final la epidural no fue tan grave como la pintaban, Clara tuvo dominio de sus piernas y cintura casi todo el tiempo, y romper aguas no es como mostraban en imágenes desastrosas con un gancho, Marifé fue muy sutil y rompió la bolsa con sus dedos a la vez que le practicaba masajes perineales. Había otra complicación, el niño venía boca arriba, cosa que no puede ser, así que manos a la obra las dos se pusieron a girarlo, una con la habilidad de sus manos y toda la experiencia a sus espaldas, y la otra con todas las fuerzas y ganas de acabar con todo ese sufrimiento y dar a luz a Gael. Yo, al lado del palo del suero, haciendo menos que él.

Llegando a las 7 la cosa ya iba por buen camino, la cabeza había girado un 75 por ciento, era hora de llamar al obstetra y prepararnos para ir a la sala de partos.

Me volvieron a retirar de la habitación, entraron dos personas y subieron a Clara nuevamente a una camilla enorme. El tema era serio. La idea se estaba por materializar.

Entró crujiendo sus cervicales, haciendo ejercicios de precalentamiento, era nuevamente Stephan, el tipo muy templado vaticinó que en media hora lo teníamos mientras la comadrona y otra asistente iban preparando todo. Clara ya llevaba unos minutos en el paritorio abierta a su fortuna. Yo al costado.

Empezaron los primeros ejercicios de contracciones y pujas. Ahí me di cuenta de un par de cosas, una, que parir es un poco como surfear, tienes que controlar las olas (contracciones) y saber que tienes tres oportunidades de subirte (pujar) antes de que se disipe. La otra es que Clara estaba agotada. Y la última, que yo iba a tener que prestar mi granito de arena, pujar no es ni tan fácil ni tan cómodo como se ve en las películas. Los codos no deben apoyarse en la cama y el aire no debe expulsarse por la boca, sino canalizarlo por abajo, y por más que suene mal, el ejercicio correcto es como el de cagar cuando uno está estreñido. Más claro echale agua. Así que controlé que el brazo que tenía a mi vera no haga contacto con las sábanas, intentando dejárselo en el aire, recordarle que no exhalara como lo haríamos normalmente, y de yapa, empujarle de la zona cervical hacía el obstetra en cada una de las 3 pujas de cada contracción, así estuvimos 46 minutos. Parecen poco? No lo son. Son eternos. Y las dos últimas series cuando ya asoma la cabeza piensas que algo puede salir mal en el ultimísimo momento y es muy frustrante y acongojador.

Gael vino a este mundo haciéndose notar con un sonoro lloro, cubierto como de una manteca blanca, su madre, ahora con el título debajo del brazo y el niño encima de su  vientre que de a poco iba volviendo a su tamaño natural. Ella extenuada, yo casi me muero de la emoción. Fue lo más impactante que vi en mi vida, y agradezco mi tozudez al no ver los videos de las clases, hubiera sido un spoiler sin precedentes.

Se lo sacaron de arriba de la panza, ella no salía de su asombro y se podría decir que casi no se animaba a tocarlo, para mí era un desconocido, podes haber visto muchas ecografías, pero la realidad es que hasta que no lo tenes delante, no lo reconoces, no entendía nada, llevaba tiempo imaginándomelo grande, moreno, orejón, y sale pequeñito, precioso (qué va a decir un padre?) y rubio. Se lo llevaron a pesar, ahí le saqué la primer foto, la primera que distribuimos haciendo llegar la noticia a este y al otro lado del océano. Volvieron a dejárselo a Clara que ya se animó a abrazarlo mientras no podía reprimir su emoción. Yo aproveché ese intervalo que el genio de Stephan se estaba lavando, la asistente recogiendo y Marifé haciendo los primeros papeles del suceso para poder llorar, para poder descomprimir toda la presión del día, de los nueve meses, de las cosas que me pasaron lejos de mis seres queridos,  de las cosas que inexplicablemente me alejaron de personas, pero me acercaron a otras, del año raro que aun no se iba, de no parar de agradecer que todo salió bien, y sobre todo, que tengo una compañera que tiene una fuerza increíble, que muy lejos está el más macho de los hombres de pasar por algo como esto, y ellas son el sexo débil, JA.

lunes, 11 de enero de 2021

Así llegó (Anexo)

 (leer luego de "Así llegó")


Apuntes posteriores

Es extraño conocerlo en ese momento luego de (casi) 9 meses, parece una historia de tiempos pasados, entre dos románticos escribiéndose cartas a ciegas hasta el momento de verse. De la misma forma que en algún sobre se pudo colar la foto de la enamorada, en el nuestro se colaron más de una ecografía que ayudaron a darle forma a esa idea, pero nada es comparable al momento en que ya por fin lo limpian y te dejan con él.

Antes de dejarte en la intimidad de la habitación de la clínica, te espera el camino inverso, tenés que sacarte la bata, el gorro, los patucos, los pantalones descartables, con el corazón a mil por no querer perderte ni uno de los primeros minutos de vida de tu hijo. Mientras, en la camilla de fuera del vestuario te espera la madre con ese niño que tanto llevó dentro y ahora por fin lo siente fuera. Imagínense lo desprolijo que uno sube en el ascensor, con los cordones desatados, la camisa afuera y los pelos para todos lados. En las manos mil bolsas que te fueron dando y en la cara una sonrisa de boludo que no se te va a quitar en horas.

En ese poco rato de soledad de pareja (ahora 3) ves como ese diminuto humano se las ve y se las desea por respirar, por moverse y después de un rato por reptar desde la panza de la madre hasta las tetas, para no desearlas hombre.

Poco rato, sí, en el hospital no es que no duermes porque los niños lloran, no duermes porque en realidad compartes habitación con dos pacientes que tienen sus distintos enfermeros entrando a cada hora y nunca coincidiendo, luego el cambio de turno de cada uno de ellos, eso, supongamos por suerte que son 3 veces al días (me refiero al cambio), luego hay que sumarle médicos para uno (pediatra) y para la otra (obstetra), y no olvidarnos de la gente de la limpieza. Ni mucho menos de los 4 turnos de comida. No te puedes quejar. O si?

El sofá de al lado no está mal, es confortable y se me olvidaba, también vienen a preguntarte si esa noche te quedas (?) para armártelo, y por la mañana si te lo recogen. Lo que si encontramos mal fue, que nos expliquen cosas como de qué forma se abrían las ventanas en el mismo momento del alta. Pero por sobre todas las cosas, lo poco ergonómicamente puestas que están las luces y sus interruptores. La madre no llega ni subiendo la cama, por tanto a cada momento que el niño requiera de su atención, ella requerirá de la tuya. Eso puede bien ser a las 2 o a las 4 de la mañana. En el mejor de los casos, las dos veces.

Hablando de servicios, como bien decía, ingresan a una persona, aunque luego acaben saliendo tres por la puerta, con esto quiero decir que al acompañante no le corresponde ni agua en ninguno de los 4 turnos de comida, todo lo tienes que gatillar tú, y si tienes la gran suerte que tu hijo nace un 31 de diciembre en plena pandemia, puede que no encuentres bares abiertos en 5 km a la redonda hasta el 2 de enero. Por tanto sobrevivirás de las maquinas de vending, eso sí, no os preocupéis, ya vienen equipadas para poder pagar con tarjeta, ni que sea 1.40 que es el café tan necesario que tomé 6 veces por día.

Ya que hablamos de eso, queda claro que al momento de hacer la maleta (que no sé por qué razón se llama "canastilla" siendo que bien puede superar los 20 kilos).Recomendación para el padre o acompañante: pongan varios bocatas, agua, latas de Coca-Cola a tope de azúcar (al estar en un ambiente hospitalario solo encontrarás en las maquinas Light o Zero). Un par de calzoncillos (nadie te lo dice pero vas a sudar de lo lindo, de hecho, puede que te cagues al ver a tu hijo la primera vez, no fue mi caso por suerte), un short para la cantidad de gente que va a entrar a la habitación de madrugada, camisetas limpias, calcetines, y si llevas algún abrigo que no tenga cremalleras que pueda dañar la sensible cara de la criatura, o botones muy fálicos o punzantes.

De la misma forma que pasa con la comida pasa con los elementos de limpieza, solo hay para uno, y contado al mililitro, por tanto, un neceser que contenga mínimamente un jabón y un desodorante poco agresivo, nada de perfume y un cepillo de dientes. Hay secador de pelos, pero no peine, así que también podes apuntarlo.

Kit para cortarle o limarle las uñas al recién nacido, a veces se ponen locos de no encontrar la teta y les da por auto flagelarse, la mayoría de las veces son patadas en sus huevos o arañazos en la cara, esto último se lo podrían ahorrar.

Cosas estúpidas que no vas a usar además de la tele de la habitación (se paga), tus preciados auriculares. Es indispensable que hasta que te adaptes a este nuevo habitante, tengas todos los sentidos alerta. Tablet para ver series, ja, que risa. Olvídate. Como no se reciben visitas vas a estar compartiendo el evento en video llamadas (algunas más largas que otras), llamadas (algunas muy inesperadas), y obviamente, vas a perder las huellas dactilares de tanto textear por wasap a mil y un personas, es recomendable, elegir bien el horario de mandar "la" foto simpática, luego vienen las miles de preguntas, algunas tan increíbles como el tiempo de una contracción o si te acaba de hacer feliz el suceso.