domingo, 9 de mayo de 2021

Júbilo

Hace un año te metía en la trampa tecnológica de la videollamada.

Con la excusa de tu cumple (remember "When I´m Sixty Four"), de mi tatuaje nuevo, artístico y lleno de melancolía fruto de mi amor por aquella ciudad, si, en la que te acabas de levantar.

Y recordemos que hablamos de engaño, todo era una estrategia de "zorro viejo" para la noticia que una semana más tarde te iba a dar.

Finalmente, y a fin de año, el regalo llegó, te hice abuela.

Hoy que cumplís otra vez, gracias a Dios, y todas las deidades, veo como se escurre este fútil tiempo, en realidad tiene mucha importancia, pero es tan desgarradoramente fugaz, que parece que el creador nos dejó justitos, ni un poquito de más, y esperemos que ni un poquito de menos.

Con la perspectiva siempre puesta en adelante, pero sin dejar de mirar para atrás, este mes nos lleva inexorablemente al 2002, y de aquello ya hace 19 años. y si me pongo a restar... qué jóvenes éramos la pucha, podíamos con todo lo que nos pusieran delante. Yo sigo con la misma fuerza pero con un grado de madurez superior, espero, creo y veo que vos también, y eso de no bajar los brazos es una de las cosas que tendré que dejarle ver a Gael.

Se me hace raro este tiempo en que no los tengo cerca, ya no por mí, que sí, ni siquiera por él, que al final siendo tan chico, se adapta, si no por uds., por no poder sentirlo en vuestros brazos, no poder olerlo como lo hago yo cada mañana, y no emocionarte con la sonrisa que dadivoso regala a quien ya reconoce.

Y bueno la vida no deja de enseñar, en este momento mío, mil nuevas habilidades estoy aprendiendo a desenvolver, otras a potenciar, pero sobre todo un inmenso poder de ponerme en la piel de otros aunque no estén. Y allí me encuentro con tu padre esperándome en la Florida, en Lino muriéndose (literal) por verme, en el bálsamo que fui para Arminda luego de su pérdida. En la complicidad que logró un solterón como Humberto conmigo. En la paciencia infinita de Elena, sus vestidos y un amor.

Hoy te regalo estas letras, agridulces, si, porque te quiero y extraño. Y porque hay muchas cosas que aunque pase el tiempo, no dejan de parecerme extrañas, como el paso del tiempo.

Quisiera que con una rica copa de vino nos encontremos y te regale el peso de mi hijo en tus brazos, pero hasta entonces solo espero que sea lo más llevadero para vos, que lo quieras como puedas, y que ya el destino se ocupe de ordenarnos los pasos.

Te amo, ayer, hoy y siempre.