sábado, 2 de julio de 2022

75 brillantes sobre el mic

 

Desde el reflejo de mi sombra en tus ojos pequeñitos, presentes y tan cercanos, solo auguro que por las noches las musas de otros tiempos te saluden, se posen provocativas, se les caiga un bretel, te embriaguen, te lleven entre sus sedas, te guiñen un ojo de tal forma de que el aire de sus pestañas te traigan esos olores de otros momentos, que ya no volverán, pero a los que podemos recurrir cada noche como un tío que cada semana echaba cruces al azar con tal de que el mismo le sonriera y le premiara.

Que tus rodillas recuerden el escozor que las calles de tierras hacían en ellas sin que doliera, mientras las canicas rodaban con un destino pero quizás sin puntería, o con una carambola que las acercara sin querer al opi para llevarte otras tantas de tus competidores y así el frasco de vidrio ir llenándose de ese sonido tan mágico, y más aún si su cuantía aumentaba. Muy parecido a vivir es jugar.

"Ozono" de una lluvia que hace más liviano el calor, mezclado con esas gotas que con la fuerza de una caída proporcionada desde los cielos, cielos custodiados siempre por Odín, estallaban sobre las veredas convirtiendo esa polvareda en la pesadilla de las madres, se te presente un ratito cada noche antes de conciliar ese sueño, puerta a otros mundos, y a otros tiempos, de los que podemos atesorar nada, nada más que ese presente donde la proyección se pone en marcha como antes lo hacían los carretes de celuloide que tanto nos formaron.

Por eso se confunde uno muchas veces entre el estar despierto o dormido, este marzo efímero, cada reunión podría haber sido un retazo censurado de "cinema Paradiso", la cosa es, cuándo nos vamos a sentar en la butaca nuevamente para disfrutarlos juntos y al completo.

Deseo que las ganas golpeen a tu puerta cada día, y cada vez con más fuerza, que tiene más sentido un arroz sazonado que un pan duro, un vino a su temperatura que no un tetra sin tapa, un mate meticuloso, bien cebado y acompañado de la música que esas radios de museo tan bien proteges y te regalan sus melodías. Que un té recauchutado solo nos recuerda tiempos de sacrificio, venga, que merecen nuestras papilas siempre un sabor fuerte y auténtico. Que es mejor asomarse a la ventana con los cristales limpios y no que los rastros de una cagada de paloma enturbie los pensamientos que en ese momento se iban a regocijar al depositarse en las almas de esas personas que por abajo van viendo que hacen con sus pasos.

Que a ti vengan páginas de libros ya leídos para que sigas enramando tu discurso tan afrutado, frondoso y enriquecedor. Que los garabatos de tus letras nunca pierdan sus curvas, y que no nos privemos tanto de una buena curda. Que de tus manos nunca desaparezca el tacto de nuestros pelos cuando los acariciabas en la plena intimidad que te habrás permitido, que tus brazos recuerden lo que es la fatiga de acunar, pero que de tu nariz no desaparezca el olor a humano a estrenar, gomoso y blandito, pequeño y gigante a la vez. Que nunca se te olviden los besos que habrás dado en las oscuras noches de tormentas bajo tu techo.

Sigue pedaleando por los adoquines de la memoria mientras se van generando horizontes paulatinos sin dejar pisar este día de hoy, que otra vez, choco tu copa invisible contra la mía de cristal, mientras nos mentimos que 20 años no es nada, pero que sí que es febril la mirada hacía esa ausencia repetida, y que errante en las sombras te busca y te nombra, para seguir con el alma, golpeada y aferrada, a estos dulces recuerdos, que obviamente lloro otra vez.

Sigamos invencibles en la lid y en la vid, impávidos luchando sin que nos importe, nunca nos importó, la talla del rival fuerte y viril. Que a nuestro blasón le sigan creciendo ramas de laureles, y que se reverdezcan de victorias, jalonadas de sudor, para que siga brillando el sol en nuestro símbolo triunfal.

El amor es dibujarte cada mañana que no tengo cerca con la certeza de sos eterno en mí, y ahora en él.

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