jueves, 23 de octubre de 2014

Una de tantas historias...

Te voy a contar, allá por el 2002 se jugó un mundial, mal que nos pese a los argentinos, fue asi. Se hizo en Corea. Teníamos una gran selección, estaba Batistuta, y teníamos un entrenador que ahora se da el gusto de elegir equipos que dirigir en el mundo entero, hablo del pecho frío de Marcelo “el loco” Bielsa.
Por aquel entonces Argentina vivía convulsionada, lo único que parecía que iba a traer paz ese pueblo era la preciosa pelota, por eso, una marca famosa de aquel país, contrató a Diego Armando Maradona para hacer el clásico spot del mundial, donde el astro iría despertando a sus compatriotas para seguir los partidos de la albiceleste. Yo no sufrí tales madrugones. Recordemos que el torneo se jugaba en Asia, con una diferencia horaria notable.
Con el caer de las dos torres gemelas, se cayeron las ventas de vuelos, la empresa en la que trabaja pensaba que iba a sortear el problema, pero a priori no lo logró. Eso fue en septiembre, en diciembre, un presidente, en que confiamos el cambio, huyó en helicóptero, quedando esta escena para la historia. Le siguieron 4 mandatarios más en menos de un mes. El motivo de la cobarde huida, la explosión social, los 2 muertos en las manifestaciones. La gente hacía colas en los consulados soñando lograr el ansiado pasaporte europeo para rajar lo más lejos posible. Yo había nacido en Barcelona. Yo lo tenía.
El 3 de enero del 2002 entro como cada día al trabajo, a varios nos dicen que pasemos por Recursos Humanos, bla bla bla y chau. No pudieron aguantar la bajada de ventas.
Mi cerebro actúa como una brújula y marca inequívocamente con el mi punto de partida, Barcelona.
En resumidas cuentas, en mayo de aquel año andaba por este continente, en junio el mundial, lo más temprano que me desperté fue a las 7.30 para llegar al bar y pedir el café con leche y el croissant, mientras miraba absorto como la gente pedía vino y bocatas. Esto fue en Alcocebre, provincia de Castellón.
Una vez mi vida se volvió a acomodar me instalé en Barcelona, iba loco por ver central, para el apertura de aquel año sabíamos que teníamos que sacar bastantes puntos, ya que el torneo anterior nos había ido fulero. No tenía ni la más mínima idea de cómo hacer que llegara un relato a mis oídos al mismo tiempo que transcurría el partido.
Una noche, cansado de enterarme con retraso del resultado, algo horrible, ya que internet por aquella época no iba a la velocidad que ahora, y abrir el Olé era casi como patear un penal. Solo después de sumar algún punto se respiraba. Por tanto, me vestí con mi conjunto de jogging del canaya y salí, tocando la media noche, hacia las Ramblas. O lo escuchaba por internet o llamaba a mi viejo, o algo hacía.
Llegando al único ciber que sabía que abría 24hs me cruzan dos tipos, uno morocho alto y flaco, el otro colorado y flaco, uno me grita “Que haces canayaaaa!”, al rato sabría que se llamaba Maxi y que, como el mundo es un pañuelo, vivió toda la vida en frente de la casa de mi abuela, en Arroyito. Me comenta que ellos van al mismo locutorio que yo pensaba, así que me uní.
Cuando llegamos allí había cerca de una veintena de la misma religión. Todos escuchándolo con auriculares, tenían copadas como 5 máquinas, y el quilombo que hacíamos solo nosotros lo sabemos, dejábamos el local patas arriba, era emocionante ver tal algarabía, más que por el equipo, por habernos encontrado.
Un tiempo más tarde Central seguía con una mala racha, y por las ramblas aparecieron como 4 fanas más que nos tiraron la posta, el Kennedy (Pub irlandés) de la Villa Olímpica (zona de ocio que parece no dormir), cierra a las 5, el camarero es argentino, y nos pone el partido, por una cosa que se llama Canal + (“plus”, no: “más”). En vivo y riguroso directo? Si!. Habíamos tocado el cielo, lo malo era la vuelta a casa, y más si perdíamos.
Luego vinieron los años de truchar el satélite para poder verlo, ya para entonces la filial tenía varios locales hablados.
Después llego la locura y a la vez la perdición. De la misma manera que el Walkman mató al tocadiscos.
Ahora uno podía conectar con portales en internet que pasaban el partido, a veces se trababan o se retrasaban, pero estabas en casa, sin consumir, y lo mejor, si perdías la cama estaba cerca.
El grupo canaya se fue a la mierda, central también.
Hace un par largos de años seguimos con este método, con dos o tres portales de confianza, con una velocidad impecable, y recientemente, en alta definición. Ya no podíamos pedir más.
Pero un día el hombre llego a la luna. Y otro inventó el televisor de LED, con WIFI integrado y buscador de internet. Chau. Nos fuimos al carajo.
El otro día estrenamos este avance, en tu casa, contra ñuls y les rompimos el orto, en el gigante, más no podemos pedir. Lo próximo será un holograma de la hinchada y vos subido a un para avalanchas o bien, lo que todos queremos, un tele transporte para ese momento único, mágico, que tanto nos hace falta, la salida de los jugadores (y el partido entero, por qué no? … Ya que pedimos!)

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