Hoy no estoy de humor, estoy cansado.
Luego de una década de impecable servicio, me siento despreciado,
infravalorado y aburrido, con tanta vitalidad como los añorados trapos de piso.
Muchos podrán decir, como todo el mundo hace, no te podes quejar, o no esta
el horno para bollos, pero mi alma, el engrudo ese que recorre tanto mus venas,
como mi células grises, como el motor de todo este aparato no entiende de
crisis, se resiste en aceptar las cartas de esta ronda, puede que todo sea una
gran coincidencia, un gran aro por el que tengo que pasar, pero para acompañar
a esta última metáfora, me siento gordo.
Son tantas las personas que se llenan sus bocas de lo bien que hago tal, o
lo correcto que soy utilizando cual, son tantas las personas que me apoyan
incondicionalmente, pero algo ya pasó. Algo que quedó en pretérito ya no tiene
arreglo, como los lindos puntos que luzco por la retaguardia, con el mismo
motivo, como si de una representación carnal de lo que me pasa laboralmente
habláramos.
Y te pagan curso de aquello, y no te vayas, y te mantengo este arreglo y te
doy entradas para tal partido, y nos desprecies este refugio que te doy ahora
cuando la piedras que caen son las más afiladas, y tantas y que me sobrepasa el
tema.
Esto se tendría que haber acabado en tiempo y forma, en su momento, aquella
vez, cuando por razones de fuerza mayor asumí un cargo por el que NUNCA me
pagaron, y luego de terminar con aquel título que me reconocía lo que soy,
tendría que haber tenido los huevos de hablar más alto, como ahora hablo, para
decir, no señores, este no es mi precio, mi valor es este.
Pero todo eso quedo en las cloacas después de que pasará la tormenta. Ahora
que las canas ya cuadran con la edad, ahora que no se le ven los dientes al
lobo sino que se le nota la panza bien hinchada de haberse lastrado a millones,
ahora, es cuando ya fue. Ya fui.
Será que se me cruzaron los astros porque uno a veces se proyecta según lo
que le dicen, y sigue creyendo.
Hoy era el día D, el día de hablarme, de decirme: esto es lo tuyo. O chau.
Hoy era el día de la ruptura del binomio, el corte de este pesado grillete
con el que cargo hace tantos años. Hoy.
Y es justamente esta jornada en la que me encuentro la que me ha hecho
decir un par de cosas más, a quien tenía que ser, alto, como mi moral, como mi
frente.
No me he dormido, he ido haciendo cosas, he disfrutado de la tranquilidad
de estos 3 meses, tranquilidad económica
no mental, a veces influye a veces no. A veces van de la mano, y otras,
no.
Este tiempo de amoblamiento de cabeza, de masaje en la espalda y un poco de
agua en la esquina del cuadrilátero, hacen que el próximo round sea también
soportable, como siempre (y sino que?).
Todo ira como tiene que ir, nada más que a mi se me viene cargando con un
peso al que decidí “darle” la espalda,
no soy tu “beast of burden”, no vas acabar conmigo, ya veras, saldré
airoso como siempre, con la lección bien aprendida por que no hay cosa que
valore más que mi potestad, mi libertad y mi vida, nadie se va a meter en ese
terreno. Además quiero un poquito de ese futuro, lo quiero ya, traémelo quiero
tocarle la cabecita con las mismas ganas que a mis futuros hijos, quiero
respirar ese aire que entra por el balcón que aun no disfruto, o ese césped, o
esos sitios que aún no pisé.
Quizas el orden de lo escrito no es lo más apropiado, deje actuar al que
dictaba sin ofenderlo corrigiéndolo. No estaba para eso, el quería que fuera así.