Las de Desigual son mejores.
La miro de reojo, la tengo sobre la mesa.
En el escritorio, en mi trabajo, allí donde cada tarde le doy un giro
inesperado al próximo libro. A mi próximo libro.
Le doy duro a los dedos, escribo un blog a modo de tarea escolar, según leí
hace poco no hace falta asistir a ningún curso de literatura para escribir, al
hacer eso te pueden estropear, tu puedes ser un diamante en bruto y viene otro ídem
(bruto no diamante) y te recorta de aca, te agrega esto, te deja más diáfano
aquello y voila! Tenemos un nuevo viejo escritor, una copia, un clon. Así que
como comparto la misma idea, aunque me encantaría que me cuenten el secreto
para llegar a las doscientas páginas o al menos a la ciento ochenta y nueve. Escribiendo
me doy cuenta que quizás el misterio resida justo ahí y se desvele en el mismo
momento, si escribes los números con letras y no con números son líneas de
ganancia, quizás llegues a arañar una página más, y quizás esa cantidad final
de páginas sea el número preferido del editor que termine publicando.
Entonces en mi espacio de los que más hablo como claramente se ve es de
cine, y la razón para esto, además de que me gusten mucho las películas (obvio) es el hecho de
estar en la diáspora y no soportar lo que viene en el menú. Me refiero no
coincido con el 90, eps! noventa por ciento de la programación de la tele. Esto
me lleva a crearme mi propia grilla. A veces también pienso que algo más tiene
que ver y no solo ser un renegau (como diría Inodoro) , sino con la evolución y
el crecimiento. Pero estas dos últimas cosas para bien o para mal, por suerte o
por desgracia, las he hecho aquí, en España. Me imagino que si aún residiera en
Argentina también me hubiese volcado al completo en la búsqueda de mis gustos y
no lo que impongan Tinelli, Suar y la K, en ese orden.
Así que me mato con obras de DeNiro, de Pacino, me drogo con todas las
series que en un mes serán boom mundial, me cuelgo a pegar subtítulos de obras
que aún no pintan por las carteleras del barrio o el país. A modo de
investigador voy indagando, me gustó esta peli, quien es el director, uy! Mirá!
Hizo tal otra, la busco, la pirateo, me sumerjo por la red para no verlas
dobladas, encuentro las letritas y las veo.
En este lugar de la blogósfera cuelgo mis opiniones a modo de reseña, la
idea es un futuro, que sea mi biblia del género, sentar un propio precedente y
si de yapa vienen lectores, intentar agasajarlos.
Como la conclusión es que un escritor en un gran lector pero no viceversa,
por las tardes y algunas mañanas tambien, voy leyendo cosas para que mi cerebro
se estimule, y cuando las vuelco, ejercito, practico, juego, quizás, algún día
llegue a setenta y siete páginas, un buen trampolín para las ciento doce
restantes.
Sigue ahí. La descubrí hace tres o cuatro días, es verde.
Un amigo que ahora vive en Madrid, no voy a decir exactamente en donde pero
en un barrio de Vacía Madrid, la última vez que fuimos, me regalo cuatro
camisetas, tres de mangas largas (dos Desigual y una Zara) y una de mangas
cortas, Desigual. El viste una M de talle, pero a mi me da igual, soy una S que
se adapta a las circunstancias.
Dos de las tres de mangas largas las uso mucho, porque no soy marquista,
porque son Desigual, y porque me quedan
grandes, también porque eran las únicas cosas que me iba a comprar este
invierno, como fueron gratis… vacuna en la cabeza.
Lo ser marquista me hace reír un huevo y parte del otro, si tuviera guita
me compraría no marcas porque si, porque son modas como la insoportable G-Star
Raw que todo el mundo lleva como diciendo “yo puedo”, sino por que son buenas. Las
zapatillas de marcas no tienen comparación con las normales (excepto las
Converse que son una tortura en toda su gama), algunos pantalones como los Levi’s
tienen un calce espectacular además de lo indestructibles que son, la “frisa”
de un “buzo” (asquerosamente llamado “sudadera” en este sitio) Puma puede durar mil lavadas,
las baratas de Pull & Bear, dos. Y así con un millón de cosas más.
Por eso digo y me repito que las de Desigual son mejores.
De camino a buscar el café que me dio la potencia necesaria para reproducir
este texto en mi cabeza que ahora vierto aquí,
le dí instrucciones a mi dedo (sin querer) de que se meta bajo mi
camiseta y hurgue por mi pupo, allí encontrará la de hoy.
Ésta no es de tan mala calidad, es naranja, viene de una tela de algodón
que dio muy buenos frutos, una camiseta con un logo que dice ROSARIO y que al
parecer, no es una marca consagrada. Pero ni punto de comparación con la de
Desigual.
La pelusita verde amarillenta que descansa sobre mi escritorio, cerca del
ratón, es perfecta, esponjosa, cien por cien pura, no contiene un solo pelo, ni
otro color que no sea el original de aquella camiseta que viajó desde Madrid
para formar equipo con el resto de las (veteranas) mías y que me puse la semana
pasada.
Por eso recalco, y tengo mucha experiencia en este terreno, que las de
Desigual no tienen “pingo” que las asuste, son unas pelusitas brillantes,
merecedoras de podios, dignas de descansar en una cajita de fósforos, creo que
Walsh (Maria, no el dueño desaparecido de “los portugueses”) lo comentaba en
alguna canción.
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