viernes, 22 de febrero de 2013

Mejores



Las de Desigual son mejores.
La miro de reojo, la tengo sobre la mesa.
En el escritorio, en mi trabajo, allí donde cada tarde le doy un giro inesperado al próximo libro. A mi próximo libro.
Le doy duro a los dedos, escribo un blog a modo de tarea escolar, según leí hace poco no hace falta asistir a ningún curso de literatura para escribir, al hacer eso te pueden estropear, tu puedes ser un diamante en bruto y viene otro ídem (bruto no diamante) y te recorta de aca, te agrega esto, te deja más diáfano aquello y voila! Tenemos un nuevo viejo escritor, una copia, un clon. Así que como comparto la misma idea, aunque me encantaría que me cuenten el secreto para llegar a las doscientas páginas o al menos a la ciento ochenta y nueve. Escribiendo me doy cuenta que quizás el misterio resida justo ahí y se desvele en el mismo momento, si escribes los números con letras y no con números son líneas de ganancia, quizás llegues a arañar una página más, y quizás esa cantidad final de páginas sea el número preferido del editor que termine publicando.
Entonces en mi espacio de los que más hablo como claramente se ve es de cine, y la razón para esto, además de que me gusten  mucho las películas (obvio) es el hecho de estar en la diáspora y no soportar lo que viene en el menú. Me refiero no coincido con el 90, eps! noventa por ciento de la programación de la tele. Esto me lleva a crearme mi propia grilla. A veces también pienso que algo más tiene que ver y no solo ser un renegau (como diría Inodoro) , sino con la evolución y el crecimiento. Pero estas dos últimas cosas para bien o para mal, por suerte o por desgracia, las he hecho aquí, en España. Me imagino que si aún residiera en Argentina también me hubiese volcado al completo en la búsqueda de mis gustos y no lo que impongan Tinelli, Suar y la K, en ese orden.
Así que me mato con obras de DeNiro, de Pacino, me drogo con todas las series que en un mes serán boom mundial, me cuelgo a pegar subtítulos de obras que aún no pintan por las carteleras del barrio o el país. A modo de investigador voy indagando, me gustó esta peli, quien es el director, uy! Mirá! Hizo tal otra, la busco, la pirateo, me sumerjo por la red para no verlas dobladas, encuentro las letritas y las veo.
En este lugar de la blogósfera cuelgo mis opiniones a modo de reseña, la idea es un futuro, que sea mi biblia del género, sentar un propio precedente y si de yapa vienen lectores, intentar agasajarlos.
Como la conclusión es que un escritor en un gran lector pero no viceversa, por las tardes y algunas mañanas tambien, voy leyendo cosas para que mi cerebro se estimule, y cuando las vuelco, ejercito, practico, juego, quizás, algún día llegue a setenta y siete páginas, un buen trampolín para las ciento doce restantes.
Sigue ahí. La descubrí hace tres o cuatro días, es verde.
Un amigo que ahora vive en Madrid, no voy a decir exactamente en donde pero en un barrio de Vacía Madrid, la última vez que fuimos, me regalo cuatro camisetas, tres de mangas largas (dos Desigual y una Zara) y una de mangas cortas, Desigual. El viste una M de talle, pero a mi me da igual, soy una S que se adapta a las circunstancias.
Dos de las tres de mangas largas las uso mucho, porque no soy marquista, porque son Desigual,  y porque me quedan grandes, también porque eran las únicas cosas que me iba a comprar este invierno, como fueron gratis… vacuna en la cabeza.
Lo ser marquista me hace reír un huevo y parte del otro, si tuviera guita me compraría no marcas porque si, porque son modas como la insoportable G-Star Raw que todo el mundo lleva como diciendo “yo puedo”, sino por que son buenas. Las zapatillas de marcas no tienen comparación con las normales (excepto las Converse que son una tortura en toda su gama), algunos pantalones como los Levi’s tienen un calce espectacular además de lo indestructibles que son, la “frisa” de un “buzo” (asquerosamente llamado “sudadera”  en este sitio) Puma puede durar mil lavadas, las baratas de Pull & Bear, dos. Y así con un millón de cosas más.
Por eso digo y me repito que las de Desigual son mejores.
De camino a buscar el café que me dio la potencia necesaria para reproducir este texto en mi cabeza que ahora vierto aquí,  le dí instrucciones a mi dedo (sin querer) de que se meta bajo mi camiseta y hurgue por mi pupo, allí encontrará la de hoy.
Ésta no es de tan mala calidad, es naranja, viene de una tela de algodón que dio muy buenos frutos, una camiseta con un logo que dice ROSARIO y que al parecer, no es una marca consagrada. Pero ni punto de comparación con la de Desigual.
La pelusita verde amarillenta que descansa sobre mi escritorio, cerca del ratón, es perfecta, esponjosa, cien por cien pura, no contiene un solo pelo, ni otro color que no sea el original de aquella camiseta que viajó desde Madrid para formar equipo con el resto de las (veteranas) mías y que me puse la semana pasada.
Por eso recalco, y tengo mucha experiencia en este terreno, que las de Desigual no tienen “pingo” que las asuste, son unas pelusitas brillantes, merecedoras de podios, dignas de descansar en una cajita de fósforos, creo que Walsh (Maria, no el dueño desaparecido de “los portugueses”) lo comentaba en alguna canción.

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