Hoy empecé por el sector “Lengua castellana, o español”, León
Gieco dice su perfil, “Mensaje del alma” su título, sus letras son muy
emotivas, me trae muchos mates a la mente, mucha nostalgia, me borra la última
bochornosa actuación del autor por estas tierras, me lleva a la vera del río,
aquel Paraná que tanto me late, aquel que puede ponerme chisposos los ojos,
aquel que me estrangula la garganta de solo saber que mi madre lo ve cada
mañana, que mi hermana se esconde cada verano por las islas como en otra vida
yo lo hacía, me lleva a las lágrimas que lavan, las salvajes que atacan sin
contemplación, las que no preguntan la hora ni el momento, solo salen del alma
para purificar, para oxigenar esta cansada sangre, hidratar estos ojos que
quieren más, y tienen poco, tienen mucho pero quieren más.
A eso me lleva y aun gran amigo, un pibe extraordinario,
noble como los eucaliptos de la barranca, hermano de un grupo fuerte, raiz de
mis amigos, de los verdaderos, de los que extraño, odio y quiero al mismo
tiempo. Julián (de otra forma no se podía llamar) me lo dio, me lo regalo sin
querer, o sea, sin pensarlo y queriendo mucho.
Mi vuelo del 2009 salía en pocas horas desde Buenos Aires,
Tienda León, la puta compañía esa, tan cómoda y tan hiriente, pasaba por casa
en 40 minutos. En la discoteca (creo que se llamaba Madame) me había dejado los
últimos pesos, que no eran ni pocos ni muchos. Nos lo bebimos todo, todo para
gozar, para disfrutar, para pasarlo bien. Para despedirnos. Miento. No era
Tienda León, pido disculpas, era mi tío Jorge quien me acompañaba en esta
procesión, él y Adriana me acunarían en los asientos traseros de su coche
mientras mi cuerpo emanaba tanto alcohol como podía.
Fue en la esquina de Los Alpes, panadería de borrachines por
excelencia, solo pocos sabemos que por la puerta del obrador, desde siempre, le
tiras unos mangos a los laburantes y te pasan una bolsa de felicidad calentita.
Allí, metiendo base al cuerpo tan liquido, nos abrazamos,
como siempre, calidamente, hasta la próxima y por todas las veces que no lo
vamos a hacer. Así fue que lo sacó de su flamante coche, acabado de comprar, y
con mucho sacrificio, buscó la cajita y me lo dio. No sé de que manera le habré
dado las gracias. Hoy, él no lo sabe, pero es un CD de tortura, de avión barato
para mi mente, de paz, de saber que en el pasado hice muy buenos amigos. Que
tengo suerte.
Entero para Uds., espero que al señor Gieco no se le despierte la vena "boina" y no me denuncie por este Link.
De entraña Rolling saqué “Goats head soup”, un excelente
disco que compré a conciencia, sin ofertas, me puse en la tienda “Castelló”, de
La Maquinista,
(ahora en las estanterías solo hay ropa) a ver las contratapas, a buscar un
hermano a “Black & Blue” –ya hablaremos de él en adelante- algo compacto,
pocos temas, pocos éxitos, todas genialidades, cuando digo pocos éxitos quiero
decir que tenga pocos temas tan quemados en recopilatorios o en directos. Empieza
con “Dancing with Mr. D”, ponete los vaqueros y salgamos a rockear, de los
otros 9 temas que tiene podemos excluir “Angie”, y ponerlo en una fiesta de
veintiañeros y pocos podrán seguir sus estribillos, me gusta lo fresco que es,
pero sobre todo, que no me falló la intuición al cogerlo.
Miren este precioso conciertito de 20 minutos por Dios!
Queen in Nuce. Así se llama el último álbum que seleccioné
hoy. ¿Cuál?¿Como se llama? Queen in Nuce, es una joyita. Pirata. Voces
preciosas jóvenes, vírgenes. Sonido por explorar, un mundo de posibilidades
delante de ellos. El disco pertenece a la prehistoria de la banda, cuando
Deacon aún no estaba y Freddie recién entraba.
Calle Pelai, de otra disquerías que desapareció, tenía un sótano
enooooorme, lleno de música, había cosas increíbles, muchas, muy baratas. Había
Mercedes Sosa, La Mosca,
Atahualpa, que se yo, era algo rarísimo, nunca entendí por qué cerró, pero
sospecho que el FNAC Triangle no debe haber ayudado mucho a su supervivencia.
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