martes, 10 de abril de 2012

Op Op (Final)


Día de las Malvinas

El dos de abril de hace treinta años, al parecer, estaba en la misma ciudad que hoy. Cuantos años no? Que de vueltas da la vida.
Sonámbulos, pero con una rica charla entre ingesta de desayuno y risas, fuimos recordando los pormenores de la noche anterior. Carlos esperaría a que me visitara el médico. Quizás me daba el alta. Me duché, de parado. Volví a la cama queriendo dormir por cansancio pero con ganas de seguir hablando con el tío. Apareció el colegiado, descubrió la herida, un cambio en las imágenes, no tengo puntos sino grapas.
La inventiva del diseñador gráfico la comparó con una cremallera. No quiero verla.
Rutinarios movimientos en las extremidades inferiores y el veredicto: hasta el miércoles te quedas aquí.
Por mi mejor, estaba cómodo, cuidado, descansado y  a dos pasos de la solución a cualquier dolor que pudiera presentarse.
Terminada la exploración Carlos rogaría que al llegar al coche no lo sorprenda una mañanera multa, para así seguir su camino hacia Santa Coloma del Fernet con saldo positivo.
Hora de comer, Clara vendría agitada, con el router inalámbrico en mano, esta noche no hay futbol, hay pasión. Tanto el Barça como el Madrid son la opera, futbol podría ser el que la noche anterior nos brindó la tele pública, Pericos intentando hundir aun más al submarino amarillo, pero pasión indescriptible es ver Central en la “B”!!!
Kilómetros nos separan pero nunca dejo de estar él para mi y yo para él. Me da igual los jugadores, los directivos, los robos, las mutilaciones que sufrimos, ese latir, esa gente, esos colores son algo más, estar vivo es ponerse la camiseta y dejar que el corazón se revuelque en la gloría de un gol o se desmelene intentando corear las canciones, imitando estar ahí si no se esta. Revolear algo si vas perdiendo, gritar más fuerte que es el amor más real que existe, que a mí nunca me cagó, que me desconecta la cabeza, que sufrirlo me hace feliz. Piensen lo que quieran, es lo que hay y no voy a discutir.
Pasamos la tarde y por la tarde pasaron Vale y Rafa. Con casco en mano, mates y la auriazul en la mochila aterrizaría Mati, el guardián de esa noche.
Como caía la noche nos íbamos despidiendo de todos hasta quedar los 3 unidos en un cuadrado de dos por dos.
Mi compañero me comentaba con alegría su primera experiencia con moto propia por Barcelona, los pequeños detalles que a ojos experimentados parecen aún más pequeños. Salir del concesionario y no saber donde esta la próxima gasolinera, por donde se mete la manguera, como cambiar la dirección de una avenida o los riesgos de la ronda en un lunes laboral a la hora en que todos salen despavoridos de sus trabajos a sus casas.
Hablamos de sus últimos días, de lo difícil del amor, de los proyectos y de otras hierbas.
Las veintidós hora local, golpearon a la puerta, los dedos se enredaban por conectar y no perder un minuto de lo que pasaba al otro lado del charco con el nuestro.
Nos habíamos olvidado de un detalle importantísimo. Esa tarde no pude detectar que un llamado que venia de Rosario era de mi viejo, lo atendí. Listo. Perdimos.
Cabalas, no sabíamos que existía esta coincidencia hasta que el viejo me la batió días atrás. Desde que habíamos hablado y perdido con Instituto la última vez, nunca más lo habíamos vuelto a repetir. Hasta hoy.
Somos un equipo, no nos podemos desconcentrar así!!! Perdón Canayas, fuimos nosotros.
Igual como plateista tengo que decir que no jugamos a nada. Como hincha de la popular tengo que agregar que si a Central le dejaban entrar 15 mil personas otra cosa hubiese pasado.
Nos acomodamos para sacarnos el gusto de la derrota con una película.


Estamos juntos

Así se llamaba la peli argento-brasileña que vimos. Un poco rollo. Actuaba el hijo del gordo Caseros, haciendo de langa cogedor. La protagonista tenía un quilombo bárbaro en la cabeza, pero dejémoslo ahí, la compañía del martes se prolongó hasta la tarde. Hablamos mucho y variado. Bajamos a comprar el periódico (La Vanguardia), a tomar café, a comer, a ver la lluvia, a lo que sea, había que agarrar envión. Intentamos ver al mediodía “Around the bend”, se nos sigue negando. Hicimos otra vez enroque, Clarita venia a pasar la que sería la última noche. Los vecinos, con los que habíamos entrado en confianza, nos dejaron unos buenos trozos de una coca casera, espectacular!
No teníamos pajarita pero por la noche nos dejaban entrar en el gallinero para ver Barça-Milán. Placentero. Lo malo es que tuvimos un poco de nervios de pareja y se nos aguo un poco el momento. Por la noche intentamos ver una peli yanqui infumable que voy a poner el nombre solo para que no caigan en la desgracia de verla. Stuck Between stations.

A todo esto

Hubo una continua comunicación vía mail, Skype y principalmente, telefónica con las señoritas del hogar rosarino que me acunó tantos años. Me puse varias veces en sus pieles, debe ser muy feo estar tan lejos de alguien que queres y que la esta pasando mal.
Miércoles de resurrección. También de recogimiento, tuvimos que hacer las maletas. Paso el médico, ni me miró. Estaba en la ducha. Me dijo que a las 12hs me alcanzarían los papeles y un par de indicaciones muy básicas.
Nos sentamos junto a David en el pasillo de la planta a ver la función del circo que afuera armaban los enfermeros, médicos, visitas, enfermos y celadores entre otros. Nos enteramos bien de lo que le había pasado al vecinito, una pelea con su ex, vuelta en coche, el copiloto se durmió y el copió el gesto. Termino expulsado del coche a 20 metros, no tenía cinturón puesto, raro. El amigo ileso, orto. Tiene que jugar la lotería ya.
Llegó la hora señalada y más puntual que un AVE me trajeron el sobre con el alta y las indicaciones a seguir. Caja de bombones en mano, pasamos por enfermería, adiós muy buenas, muchas gracias por todo. El taxi se mojaba mientras mis ojos volvían a hacerse con el movimiento de la ciudad. Lento y gris fue mi volver, pero volví.

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