Día de
las Malvinas
El dos
de abril de hace treinta años, al parecer, estaba en la misma ciudad que hoy. Cuantos
años no? Que de vueltas da la vida.
Sonámbulos,
pero con una rica charla entre ingesta de desayuno y risas, fuimos recordando
los pormenores de la noche anterior. Carlos esperaría a que me visitara el
médico. Quizás me daba el alta. Me duché, de parado. Volví a la cama queriendo
dormir por cansancio pero con ganas de seguir hablando con el tío. Apareció el
colegiado, descubrió la herida, un cambio en las imágenes, no tengo puntos sino
grapas.
La
inventiva del diseñador gráfico la comparó con una cremallera. No quiero verla.
Rutinarios
movimientos en las extremidades inferiores y el veredicto: hasta el miércoles
te quedas aquí.
Por mi
mejor, estaba cómodo, cuidado, descansado y
a dos pasos de la solución a cualquier dolor que pudiera presentarse.
Terminada
la exploración Carlos rogaría que al llegar al coche no lo sorprenda una
mañanera multa, para así seguir su camino hacia Santa Coloma del Fernet con
saldo positivo.
Hora de
comer, Clara vendría agitada, con el router inalámbrico en mano, esta noche no
hay futbol, hay pasión. Tanto el Barça como el Madrid son la opera, futbol
podría ser el que la noche anterior nos brindó la tele pública, Pericos
intentando hundir aun más al submarino amarillo, pero pasión indescriptible es
ver Central en la “B”!!!
Kilómetros
nos separan pero nunca dejo de estar él para mi y yo para él. Me da igual los
jugadores, los directivos, los robos, las mutilaciones que sufrimos, ese latir,
esa gente, esos colores son algo más, estar vivo es ponerse la camiseta y dejar
que el corazón se revuelque en la gloría de un gol o se desmelene intentando
corear las canciones, imitando estar ahí si no se esta. Revolear algo si vas
perdiendo, gritar más fuerte que es el amor más real que existe, que a mí nunca
me cagó, que me desconecta la cabeza, que sufrirlo me hace feliz. Piensen lo
que quieran, es lo que hay y no voy a discutir.
Pasamos
la tarde y por la tarde pasaron Vale y Rafa. Con casco en mano, mates y la
auriazul en la mochila aterrizaría Mati, el guardián de esa noche.
Como caía
la noche nos íbamos despidiendo de todos hasta quedar los 3 unidos en un
cuadrado de dos por dos.
Mi
compañero me comentaba con alegría su primera experiencia con moto propia por
Barcelona, los pequeños detalles que a ojos experimentados parecen aún más pequeños.
Salir del concesionario y no saber donde esta la próxima gasolinera, por donde
se mete la manguera, como cambiar la dirección de una avenida o los riesgos de
la ronda en un lunes laboral a la hora en que todos salen despavoridos de sus
trabajos a sus casas.
Hablamos
de sus últimos días, de lo difícil del amor, de los proyectos y de otras
hierbas.
Las
veintidós hora local, golpearon a la puerta, los dedos se enredaban por
conectar y no perder un minuto de lo que pasaba al otro lado del charco con el
nuestro.
Nos habíamos
olvidado de un detalle importantísimo. Esa tarde no pude detectar que un
llamado que venia de Rosario era de mi viejo, lo atendí. Listo. Perdimos.
Cabalas,
no sabíamos que existía esta coincidencia hasta que el viejo me la batió días atrás.
Desde que habíamos hablado y perdido con Instituto la última vez, nunca más lo habíamos
vuelto a repetir. Hasta hoy.
Somos
un equipo, no nos podemos desconcentrar así!!! Perdón Canayas, fuimos nosotros.
Igual
como plateista tengo que decir que no jugamos a nada. Como hincha de la popular
tengo que agregar que si a Central le dejaban entrar 15 mil personas otra cosa
hubiese pasado.
Nos
acomodamos para sacarnos el gusto de la derrota con una película.
Estamos
juntos
Así se
llamaba la peli argento-brasileña que vimos. Un poco rollo. Actuaba el hijo del
gordo Caseros, haciendo de langa cogedor. La protagonista tenía un quilombo bárbaro
en la cabeza, pero dejémoslo ahí, la compañía del martes se prolongó hasta la
tarde. Hablamos mucho y variado. Bajamos a comprar el periódico (La Vanguardia), a tomar
café, a comer, a ver la lluvia, a lo que sea, había que agarrar envión.
Intentamos ver al mediodía “Around the bend”, se nos sigue negando. Hicimos
otra vez enroque, Clarita venia a pasar la que sería la última noche. Los
vecinos, con los que habíamos entrado en confianza, nos dejaron unos buenos
trozos de una coca casera, espectacular!
No teníamos
pajarita pero por la noche nos dejaban entrar en el gallinero para ver Barça-Milán.
Placentero. Lo malo es que tuvimos un poco de nervios de pareja y se nos aguo
un poco el momento. Por la noche intentamos ver una peli yanqui infumable que
voy a poner el nombre solo para que no caigan en la desgracia de verla. Stuck
Between stations.
A todo
esto
Hubo
una continua comunicación vía mail, Skype y principalmente, telefónica con las
señoritas del hogar rosarino que me acunó tantos años. Me puse varias veces en
sus pieles, debe ser muy feo estar tan lejos de alguien que queres y que la
esta pasando mal.
Miércoles
de resurrección. También de recogimiento, tuvimos que hacer las maletas. Paso
el médico, ni me miró. Estaba en la ducha. Me dijo que a las 12hs me alcanzarían
los papeles y un par de indicaciones muy básicas.
Nos
sentamos junto a David en el pasillo de la planta a ver la función del circo
que afuera armaban los enfermeros, médicos, visitas, enfermos y celadores entre
otros. Nos enteramos bien de lo que le había pasado al vecinito, una pelea con
su ex, vuelta en coche, el copiloto se durmió y el copió el gesto. Termino
expulsado del coche a 20
metros, no tenía cinturón puesto, raro. El amigo ileso,
orto. Tiene que jugar la lotería ya.
Llegó
la hora señalada y más puntual que un AVE me trajeron el sobre con el alta y
las indicaciones a seguir. Caja de bombones en mano, pasamos por enfermería,
adiós muy buenas, muchas gracias por todo. El taxi se mojaba mientras mis ojos
volvían a hacerse con el movimiento de la ciudad. Lento y gris fue mi volver,
pero volví.
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