sábado, 17 de septiembre de 2011

DANCEdanceDANCEdance...



Me acuerdo de mi madre... En todo momento todo mi pensamiento.
Pasa el tiempo y nosotros vamos evolucionando (no me diiigas...), pues ¡sí! Dónde están los momentos en la playa, los tiempos muertos, la soledad acompañada, la calma con sus tormentos habituales... Las vacaciones han pasado, vuelve la vida rutinaria, los dolores de cabeza, la mala leche después de todo un día fuera de casa... Pero por suerte siempre está el fin de semana para salvarnos: Todo un sábado metidos en casa... una noche con humo y paranoias varias y domingo (maldito) amargura que dura hasta el jueves de la semana que entra... En fin, nos lo montamos como queremos y como podemos, decimos SÍ sin sentirlo (hacemos la vida fácil a la gente que tenemos cerca), nos gusta ver una sonrisa, un SÍ es más fácil que un NO, pero nos complicamos nosotros mismos la vida diciendo esas dos pequeñas malditas letras que forman la palabra que afirmará algo a lo que accedemos queriendo o sin quererlo, obligados por amor, amistad, vida familiar, vida laboral, etc.
¡Qué vida!

Está bien verse como si fuesemos desconocidos, presentarnos a nosotros mismos, tener una primera impresión con aspectos negativos y positivos. A veces actuamos como robots, hacemos toda la vida rutinaria de manera que parece ser lógica pero si nos paramos a pensar en lo que estamos haciendo nos damos cuenta de que nos comportamos como máquinas, actuamos sin pensar y no ponemos nuestro ser en hacer las cosas tan importantes que forman nuestro día a día... Por suerte, no todos somos iguales y por supuesto, no todos actuamos de la misma manera: está la gente que pone todo su ser en lo que hace, y yo los admiro por que yo sin darme cuenta actuo como un robot, después surge la típica pregunta en mí "¿he cerrado la puerta de casa?", sé que parece tonto, pero me pasan esas preguntas por la cabeza cuando estoy en el ascensor o en la puerta de la calle... y confío en el robot que se apodera de mi cuando me abandono y voy al mundo de maravilla.
Es cierto, cuando desconecto y me marcho: DESCONECTO DE VERDAD. Así debe de ser, sino, ¿para qué me esfuerzo en abandonar la vida real? Me quedo con la mirada fija en la nada (que existe), pongo una parte de mi cerebro en stand by y si hace falta abro la boca para que se note que no estoy en donde se supone que ocupo un lugar/espacio. Pienso en alguna gilipollez, cualquier cosa basta para abandonarse a uno mismo y sumergirse en sí y volar si hace falta por un mundo que inventamos nosotros y que tenemos que trabajar nosotros, en ese sitio no nos dan las cosas hechas tenemos que inventarlas nosotros y convivir con ellas y disfrutar de la vida imaginaria, porque también podemos admirar lo que nosotros hacemos y no lo que hacen por la sociedad (facilitarnos la vida, se supone).

La vida, eso... que nos complica, nos estimula, nos vuelve locos, nos encanta, nos mata... Eso que tardamos en aprender, nos cuesta llevarla bien, como es debido...

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